Con motivo del 40 aniversario de la aprobación de la Ley 180/78 en Italia, impulsada por el psiquiatra Franco Basaglia, que entre otras reformas supuso el cierre de los hospitales psiquiátricos del país, replicamos un artículo publicado en la web 180 gradi el 12 de abril de 2017. Al final del artículo enlazamos el documental «La fábula de la serpiente», rodado en 1968 en el manicomio de Gorizia, donde Basaglia dio inicio a su labor de desinstitucionalización del hospital psiquiátrico.

 

 

“Cuando ves a un hombre atado, desátalo enseguida”. Esta invitación que Franco Basaglia dirigía a menudo a sus colaboradores por desgracia sigue sonando muy actual a día de hoy, casi 40 años después de la aprobación de la Ley 180/78. En efecto, se estima que en las unidades psiquiátricas de agudos, en Italia, se producen, de media, 20 contenciones por cada 100 ingresos (Instituto Superiore di Sanitá, 1994). Se trata pues de un problema muy extendido, que afecta al 60% de los Servicios Psiquiátricos de Diagnóstico y Tratamiento (SPDC) de los hospitales públicos en Italia. En cualquier caso, en más del 70% de los SPDC están disponibles los instrumentos para recurrir a esta horrible práctica de herencia manicomial. Pero no sólo: la contención se aplica también en las cárceles, en las comunidades terapéuticas, en las unidades médicas generales y en las de geriatría, en urgencias, en las Rems («Residencias para la aplicación de medidas de seguridad», para personas con diagnóstico psiquiátrico que han cometido algún delito. N. de la T.) y también en las residencias para mayores y hasta en las unidades de neuropsiquatría infantil. Miles de casos todos los días.

Éstos son los datos que emergen de Contener la contención mecánica en Italia – primer informe sobre los derechos negados/vulnerados por la práctica de atar de forma coercitiva a los pacientes psiquiátricos en los Spdc, realizado por la Asociación A Buon Diritto con el apoyo de la Compagnia di San Paolo y de la Iglesia Evangélica Valdense y la colaboración de la red de la Campaña nacional para la abolición de las contenciones “E tu slegalo subito” («Y tú desátalo enseguida”). El estudio se ha presentado en Roma el pasado 28 de febrero en la sala del Senado de Santa Maria in Aquiro. Durante la rueda de prensa, también se ha anunciado la presentación de un proyecto de ley, cuya primera firmante es la senadora Nerina Dirindin, para la creación de una comisión de investigación parlamentaria sobre este tema. En palabras del senador Luigi Manconi, presidente de A Buon Diritto y autor del prefacio del Informe, “un atento análisis de este fenómeno ya no es postergable, ni podemos eximirnos de pedir al Ministerio de Sanidad que acoja por fin las recomendaciones del Comité Nacional de Bioética y empiece un seguimiento en todos los SPDC».

El informe, que es el resultado de una investigación exploratoria, preludio para posteriores profundizaciones, se articula en cuatro capítulos: en el primero, Valentina Calderone, directora de A Buon Diritto, analiza las problemáticas jurídico-legales relacionadas con la contención; en el segundo, se hace un recorrido por los estudios experimentales disponibles en el ámbito internacional – en contraste con cierta carencia de investigaciones italianas en este campo -; el tercero reproduce en detalle los resultados de una investigación interdisciplinaria llevada a cabo por varios expertos en distintas áreas, mientras que en el cuarto capítulo la historia la escriben los pacientes. Cuatro de ellos (entre los cuales un médico) -tres hombres y una mujer piamonteses- relatan su dramática experiencia, y es precisamente a través de su voz que podemos entender el significado en términos humanos de esta práctica aberrante. “Inaceptable”, como ha subrayado Vito D’Anza, psiquiatra y portavoz del Forum Salute Mentale (Forum Salud Mental), “por humillante, aterrorizante, generadora de impotencia, angustia y rabia en el paciente, al que luego resulta difícil «recuperar» en la fase de la rehabilitación”.

Como ha destacado en la introducción el coordinador del Informe, Sergio Mauceri, sociólogo de la Universidad La Sapienza de Roma, que se recurra tan frecuentemente a la contención – que en cambio debería ser considerada una medida “extrema” – es atribuible ante todo al mal funcionamiento interno de las estructuras sanitarias, que imposibilitan al personal hacer frente a situaciones que requerirían de terapias “psico-relacionales”. La incapacidad de gestionar los conflictos entre personal y pacientes, la gestión vertical de los SPDC, el bloqueo de la rotación del personal (aunque, paradójicamente, en los SPDC con más enfermeros se ata más), el burn out de los operadores y la sobrepoblación de las unidades hacen el resto. Se elige entonces el camino más rápido, sin tener en cuenta que empleando la coerción sólo se consigue activar “circularidades perversas”, que además ponen en peligro la salud psicofísica del paciente, hasta el punto de provocar su muerte. Otra razón hay que buscarla en el “muro de silencio en la sociedad civil”: pocos pacientes y pocos familiares denuncian lo que han sufrido y que de hecho constituye una violación de nuestra constitución (art. 13 y 32), y esto no sólo a causa del estigma y del sentimiento de culpa por lo ocurrido que han interiorizado, sino también porque la contención no queda registrada en el historial clínico, y por la escasa credibilidad de la que gozan ante los tribunales las personas con experiencias de este tipo. Este ámbito legal, además, resulta poco rentable para los abogados, que en todo caso no tienen autorización para acceder a las unidades. Por último, es ineludible, al menos para el coordinador del texto, la conexión con el TSO (Tratamiento Sanitario Obligatorio, equivalente al TAI -Tratamiento Ambulatorio Involuntario- en España. N. de la T.), aunque la contención mecánica se aplica «también en los casos de ingreso voluntario”. Y esto a pesar de que la persona sometida a TSO conserve, al menos en la teoría, todos sus derechos, desde el derecho de voto hasta el derecho a tener relaciones con el exterior y al de rechazar, a través de un abogado, el mismo tratamiento.

Mauceri ha redactado también el tercer capítulo del Informe, en el que se cruzan miradas expertas, entre ellas la del presidente de la Asociación de los SPDC no restraint (las unidades donde se aplican “buenas prácticas» y los pacientes no son atados a las camas como ocurre, en cambio, en los SPDC restraint). Lorenzo Toresini recalca que a la contención se la justifica desde un paradigma bio-genético, “que determina la convicción de que la enfermedad mental es incurable y se puede gestionar sólo a través de medios coercitivos”. Sin embargo, la contención no es nunca un acto terapéutico, sino, por el contrario, un indicador del fracaso de la terapia. El coordinador del Informe pone sobre aviso respecto de una reglamentación que acabaría por legitimar esta práctica. En su opinión, en cambio, es preferible “penalizar e intervenir ahí donde se producen abusos”. En definitiva, el Informe pretende ser una herramienta de empowerment para los pacientes y sus familias, pero también una reflexión crítica para las personas que trabajan en los Dsm (Servicios de salud mental) de nuestro país.

Y esto sin olvidar, como ha escrito en una nota Giovanna Del Giudice, psiquiatra que trabajó junto con Basaglia y hoy es integrante del Comité Stop Opg (Ospedali Psiquiatrici Giudiziari, Hospitales Psiquiátricos Judiciales, N. de la T.), que “la abolición de las herramientas de coerción – contención mecánica, camas con rejas, cuartos de aislamiento, rejas, puertas cerradas – fue unos de los primeros actos de gran valor ético y simbólico que, en las experiencias novedosas de los años 60 y 70, en Gorizia, Colorno, Trieste, Nocera Superiore, Novara, Ferrara, Arezzo… iniciaron procesos de cuestionamiento teórico y práctico del manicomio y de sus bases jurídicas y científicas, hasta su cierre definitivo”.

Si el manicomio ya no existe es porque, como nos recuerda Del Giudice, “en el lejano 16 de noviembre de 1961 Franco Basaglia, en su primer día de trabajo en el hospital psiquiátrico de Gorizia, dijo “No”, y, negándose a firmar el registro de las contenciones, dio inicio a un gran cambio que ponía fin a la negación y vulneración de los derechos y creaba las condiciones para el ingreso de las personas con sufrimiento mental en la ciudadanía social».

Paola Sarno

 

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«La favola del serpente», rodado por Pirkko Peltonen en el manicomio de Gorizia (Noreste de Italia) en 1968 para la televisión finlandesa, es el primer documental que se realizó sobre Franco Basaglia: documenta el primer experimento de «desinstitucionalización» del manicomio llevado a cabo por Basaglia y su equipo, a través de la eliminación de la violencia sobre los cuerpos de los internos (correas, terapias electroconvulsivas, puertas cerradas…), la apertura progresiva de los pabellones, la introducción del modelo de la comunidad terapéutica y la gestión asamblearia, no jerárquica, del hospital. Eran los años de «la imaginación al poder»…

 

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