¡Qué sociedad la nuestra! Temiendo a personas con síntomas pasajeros que no las definen y alabando, siguiendo y votando a personas peligrosas con ideas permanentes.
Antes era lapidaria la frase, “necesitas una psicóloga”, por la connotación negativa (y ranciamente heredada) de la locura. Bien, los intentos por normalizar su uso no han contribuido a retirar esa connotación negativa, solo a separar “la locura”, de los problemas “normales”.
Ahora que el biologicismo no tiene las respuestas (si es que las tuvo en algún momento) al malestar psíquico que crece imparable en nuestra sociedad actual, y los problemas de salud mental se ven cada vez más como producto de nuestro contexto, lejos de normalizar el sufrimiento de las personas se vuelve a estigmatizar y separar el uso de la terapia.
Frases como, “voy a la psicóloga porque no estoy loca”, o “voy al psicólogo pero no estoy loca”, “sería de locos no ir”… no son inofensivas y siguen transmitiendo una idea errónea tanto de la locura como del uso de la psicología.
Entendiendo que se trata mayoritariamente de campañas para normalizar acudir a un profesional y eliminar prejuicios al hacerlo, las encuentro desacertadas, con poco de normalizar y con mucho prejuicio al separar a personas diagnosticadas o psiquiatrizadas de las que sólo pretenden, por ejemplo, “re-ordenar su vida”.
¿Acaso alguien “loca” no tiene la necesidad de ordenar su vida? ¿No tiene problemas en su día a día como el resto? ¿No busca trabajo y no hay? ¿No busca vivienda y encuentra precios abusivos? ¿No tiene dificultades en sus relaciones sociales y de pareja? ¿No le agotan los estudios, el trabajo o la familia? ¿No vive en la misma precariedad, machismo y neoliberalismo que el resto?
Sumadle a todo esto el estigma y la ignorancia acerca de tener un diagnóstico psiquiátrico, algo que muchas veces condiciona el bienestar de ser y sentir libremente, de sentir orgullo por cada avance, y en su lugar obliga a ocultarlo todo para acceder a opciones que otros ya poseen por derecho y sin prejuicio.
Gente “no loca”, ¿acaso tu ansiedad, tu depresión, tus problemas para relacionarte, el manejo del estrés o la gestión de emociones son de otro estatus? ¿Cuáles son más sencillas, complejas o más dañinas?
Padeciendo o teniendo diagnosticado (que a veces no es lo mismo) un trastorno mental, “puede” que la intensidad de las dificultades sea mayor y que se tengan que trabajar más cosas acumuladas, pues no encajar en lo “normativo” destroza mucho más si te señalan y arrinconan que si te apoyan.
El estigma, el aislamiento y la distinción histórica entre “locas y cuerdas” como uso de poder sobre lo diferente (y casi nunca conveniente para los privilegiados), me parece más una manera de seguir inventando clases de problemas e individualizarlos por provecho e interés, que una forma de unificarlos como parte de la sociedad en la que se vive, normalizarlos y tratarlos desde diferentes frentes, mayoritariamente colectivos.
La terapia psicológica real (¡qué no psiquiátrica!) entre otras cosas se compromete con la persona, es sincera, trabaja mejorar la calidad de vida, la aceptación, acompaña, apoya y no juzga, no etiqueta, celebra la diversidad y respeta el no encajar.
Así que, si acudes a un psicólogo que solo ve síntomas y no a tu persona y sus circunstancias, busca otro. Y si te crees mejor persona por ir a la psicóloga y no “estar loca” … asegúrate de trabajar eso también en terapia.