Un estudio internacional publicado en Nature Neuroscience explora cómo los neurolépticos bautizados como antipsicóticos atípicos causan daños cognitivos a largo plazo. Tras décadas de uso, estudios y revisiones sistemáticas relacionar daño con antipsicóticos no es novedad. Sí lo es que Cibersam, clúster estatal de investigación biomédica, los señale en su reseña del estudio. Las promesas de mejora que catapultaron estos antipsicóticos, más nuevos, se agrietan al ser consideradas irrelevantes o inexistentes. Mientras se ensayan con éxito vías que minimizan los fármacos o que construyen abordajes sociales, el biologicismo apuesta por una precisión que se atribuida en los atípicos al márqueting hace años.

 

Con 3 investigadores de Cibersam el estudio modifica y analiza ratones tratados con clozapina, comercializada ya en 1972 y tejido cerebral de personas fallecidas con diagnóstico de esquizofrenia. Cada antipsicótico afecta la comunicación entre dos neuronas, su sinapsis, limitando la llegada de transmisiones en la neurona receptora. El estudio se centra en la afectación del neurotransmisor serotonina por la acción del atípico clozapina. Específicamente estudia el bloqueo del receptor 5-HT2A (la serotonina tiene 14 tipos de receptores) y las reacciones que provoca. Éstas derivan en la hiperactivación de la proteína de transcripción de ADN HDA2C en la neurona receptora, afectando el contacto entre neuronas y a procesos de cognición. El estudio concluye que el bloqueo del receptor 5-HT2A, atribuido a los antipsicóticos más nuevos como risperidona, olanzapina, quetiapina o aripiprazol, podría ser evitable trabajando en vías para inhibir la proteïna hiperactivada.

 

Este estudio, celebrado por Cibersam y que se declara pionero, llega a los 24 años de la rápida penetración comercial de una generación de antipsicóticos que se prometía efectiva y menos dañina que los fármacos anteriores. Los estudios de comparación no comerciales CATIE y CUtLASS1 (2006) sacudieron el mito de la mayor efectividad de los atípicos o nuevos. Con asunciones como la de Cibersam, el mito de sus menores efectos adversos, señalados con frecuencia como distintos pero no mejores, parece haberse desmoronado también. Recientemente (2016) Butlletí Groc tachó incluso de “pseudo innovación” a la extensión de patentes de fármacos basados en moléculas ya existentes y señaló mala ciencia en estudios para lanzar o consolidar nuevos fármacos. Los daños causados por los antipsicóticos (iatrogenia) han sido señalados también por Tecno Remedio o por Butlletí Groc que cifra en 1.000 las muertes/año atribuibles a su acción sólo en Catalunya.

 

Si los llamados atípicos no eran mejores, sí son más caros. En ocasiones mucho: el fármaco Xeplion 150mg con patente vigente cuesta alrededor de 500€ frente a los 7€ del veterano  Modecate a dosis máxima, tal y como reportaba Postpsiquiatria ya años atrás. Y la generación atípica coincidió con la escalada de consumo de antipsicóticos. La AEMPS lo vio triplicarse entre 1992-2006. La prescripción clásica para diagnóstico de esquizofrenia amplió su abanico desde el TDAH infantil a los centros geriátricos alcanzando múltiples diagnósticos como trastorno bipolar, TLP o TEA entre otros. La publicación e-Farma de la Regió Sanitària Barcelona vinculaba en 2015 el aumento notable de recetas al de indicaciones autorizadas pero también a, las recetas sin indicación, a los cambios de criterio en el manual diagnóstico DSM5 y a la medicalización de la vida.

 

¿Hacen falta fármacos menos dañinos? La caída del mito de los atípicos y sus efectos adversos, la extensión de su uso y la cronificación lo hacen más que deseable. Profesionales como José Antonio Inchauspe señalan, en paralelo, que para los daños hoy conocidos escasean escasos estudios a largo plago. Con la asunción por parte de Cibersam de que los atípicos no eliminan problemas locomotrices, aumentan riesgo cardiovascular, pueden causar problemas cognitivos y riesgo de obesidad o diabetes tipo 2, se reconoce implícitamente lo que muchos subrayan hace tiempo. La plataforma NoGracias lo hacía extensamente en 2015 destacando la acción de la indústria, también con los antidepresivos, y Robert Whitaker lo anticipaba ya en 2010.

 

El biologicismo psiquiátrico del que Cibersam es destacado exponente suele hablar de enfermedades biológicas crónicas, generadas por un desequilibrio químico, y sustentadas en componente genético. La adherencia al fármaco adquiere peso y justifica, de paso, los nuevos fármacos inyectables. La cronificación preventiva se presenta como la única garantía. Profesionales como Joanna Moncrieff tachan de mito a la cura química apuntando a los fármacos como causa probada de daño y desequilibrio químico. Para Moncrieff al modelo basado en  una enfermedad se le puede contraponer otro basado en las alteraciones que causa un antipsicótico. Así las psicosis por abandonar un tratamiento, atribuidas habitualmente a una enfermedad así autoconfirmada, serían explicables también como efectos directos de la abstinencia. Los antipsicóticos, señala, causarían también el aplanamiento o falta de respuesta emocional que se suelen atribuir a la enfermedad sin ninguna relación con los efectos adversos del fármaco, como puede verse aquí.

 

La medicalización acapara presupuesto dentro de un modelo donde prevalece la inversión en lo hospitalario frente a lo comunitario. Considerando sólo partidas presupuestarias el freno de mano del coste-utilidad podría, al menos, extremar las cautelas ante nuevos fármacos con patente. Al menos para reorientar recursos. Viendo la comparación de precios de más arriba ¿qué se podría hacer con un diferencial de 493€ al mes? Sin embargo el debate va mucho más allá y alcanza la posibilidad de una reducción o eliminación de antipsicóticos en parte de personas tratadas. El estudio de Harrow, a 15 años, señalaba que la recuperación era mayor en personas sin fármaco a largo plazo, algo que el proyecto Soteria encabezado por Loren Mosher ya apuntaba en los 70. El ensayo a 7 años de Lex Wunderink  (2013) sobre primeros episodios en diangóstico de esquizofrenia mostró que un grupo importante de personas podría reducir fármacos y que la medicación sostenida se traducía en peor recuperación. Joanna Moncrieff testea actualmente con fondos públicos los resultados de Wunderink en el ensayo Radar recogido ya por Mia-hispanohablante.  

 

Desplazando el fármaco del centro y convirtiéndolo en un recurso a ser considerado junto a otros las opciones se multiplican. Crece el espacio para una psicoterapia hoy marginal, se habilitan posibilidades para trabajar grupalmente. El entorno de la persona afectada se revela un entorno de mucha incidencia con el que trabajar. Los condicionantes sociales, que vinculan salud a código postal, también. La comunidad adquiere importancia en el proceso de recuperación y las consideraciones de persona afectada también. Aumenta la escucha y se pierde verticalidad. Ejemplos inspirados en el método de Diálogo Abierto trabajan en esta linea a partir de los recursos de que se disponen. Iniciado por Jakko Seikkula y Birgitte Alakare en Finlandia el métido Open Dialogue prioriza la intervención integrada y grupos terapéuticos. Las decisiones de la persona afectada están en el centro del proceso y el foco se desplaza en la atención temprana, de mayor frecuencia y de proximidad. La toma de fármacos, incluidos como recurso, se minimiza y el concepto de cronicidad se no está sobre la mesa. 

 

La palabra antipsicóticos desplazó a la anterior neurolépticos tomando de los antibióticos la idea de combatir algo con precisión.  Que Cibersam  escriba hoy acerca sobre sus efectos adversos y reseñe una ventana para nuevos fármacos abre distintas implicaciones. Por un lado, el reconocimiento del daño posible es muy necesario en un modelo dominante donde la contención mecánica coexiste con la química. Por otro recuerda, por proximidad, a los augurios precisos y técnicos que acompañaron la presentación de los atípicos. Aunque no todo es química, la química financia congresos médicos y formación continuada en el sector sanitario. La última guía de práctica clínica sobre TDAH declaraba conflictos de interés en más del 70% de miembros. ¿Qué tiene que ver esto con todo lo dicho antes? Seguramente nada pero es un contexto donde el márqueting vigoroso de la precisión, soslaya otro tipo de intervenciones.  En los atípicos ha sido señalado ya  como antesala, muy cuestionada ya, para el lucro de la industria.

 

 

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