En el mes de junio de 2017, el profesor Peter Gøtzsche organizó en Copenhague (Dinamarca) un curso titulado «Cómo dejar los psicofármacos con seguridad». En él se pretendía responder a dos preguntas fundamentales: ¿por qué es tan difícil dejar los psicofármacos y por qué tantos médicos no están dispuestos a ayudar? y ¿cómo debería hacerse de un modo seguro?. Profesores y asistentes trabajaron estos temas y se ofrecieron consejos prácticos sobre la disminución gradual y segura de distintos psicofármacos, basados en la investigación, el conocimiento clínico y la experiencia de acompañamiento a personas que han interrumpido con éxito la toma de medicación psiquiátrica. 

Además del propio Peter Gøtzsche, en el curso participaron la psiquiatra Lisbeth Kortegaard,  Birgit Toft  y Bertel Rüdinger, que son farmacólogas y la psicóloga Olga Runciman. 

Olga Runciman se ocupó de hablar específicamente sobre la discontinuación de neurolépticos. Su propuesta, basada en su propia experiencia personal y también en el acompañamiento a muchas personas en procesos de desmedicalización, consiste en la elaboración de un plan que contempla cuatro aspectos que, a su juicio, son cruciales para poder plantearse dejar los neurolépticos. Por su interés y utilidad, hemos extraído de su clase un resumen de esta propuesta, que reproducimos a continuación. Al final de esta entrada se podrá encontrar un enlace al vídeo completo de su presentación en el curso, en danés subtitulada al inglés. 

 

Cuando alguna persona viene a verme para que le ayude a dejar la medicación psiquiátrica, el enfoque que planteo es que podamos entender el proceso como un folio en blanco, en cuya esquina inferior se encuentran las pastillas. Estar tomando psicofármacos afecta a la totalidad del ser, porque sus efectos condicionan tu manera de percibir, de sentir y de poder pensar, además de producir muchos síntomas indeseables. Pero suelo decir que dejar los psicofármacos es la parte más sencilla del proceso de desmedicalización. Dejar los psicofármacos no es necesariamente el mayor problema, si eso es lo que quieres.

 

Las pastillas son la parte más fácil del proceso porque la mayoría de la gente que se plantea dejarlos está pensando “cuando deje la medicación, mi vida estará bien de nuevo”. Y eso es lo realmente difícil, en lo que hay que trabajar. Normalmente propongo que tenemos que hacer un plan. Desde luego es un plan muy personal, pero la experiencia me ha enseñado que hay cuatro elementos que tienen que estar presentes:

  1. Implicar a otros. Soy una gran defensora de las familias. Suelo decirle a las personas que si todavía tienen familia, incluso si ellos fuesen parte del problema, hay que contar con ellos porque pueden ser parte de la solución. Por norma general, para las personas con las que trabajo, los vínculos familiares son los únicos que les quedan. Esto es muy importante: este proceso no puede hacerse solo y yo no soy suficiente. Si no pueden contar con nadie, es necesario invertir un poco de tiempo en encontrar a personas con las que contar.
  2. Hacer un plan de salida del sistema psiquiátrico. He atendido a personas que dejan los psicofármacos sin hacer esto y encuentran que toda su familia y amigos tienen trabajos, carreras e hijos mientras ellos viven en centros asistenciales y eso puede ser molesto, al punto que eligen volver a tomar psicofármacos. Es por eso que, desde mi experiencia, la desvinculación del sistema psiquiátrico tiene que ser planeada.
  3. Restablecer las conexiones con la sociedad. El modo más habitual de hacerlo en nuestras sociedades es a través de un trabajo o de estudios, pero ser voluntario, trabajar ayudando a otros es también muy útil. Es necesario encontrar algún modo de reconectarse con lo social de nuevo, de tener algunas actividades que hacer en las que uno se sienta útil y satisfecho.
  4. Es importante tener en cuenta que cuando las personas “despiertan” tras reducir los psicofármacos, los motivos por los que originalmente pidieron ayuda al sistema psiquiátrico también despiertan. Es fundamental prepararse para trabajar con ellos. Muchas personas se olvidan de esto. Pero hubo una razón que les llevó a pedir ayuda a la psiquiatría y ese monstruo dormido se despertará ahora.

 

Mi manera de afrontar la discontinuación de los fármacos es simplemente acompañar a las personas. Mucha gente decide dejar todas las pastillas de golpe. Estoy hablando de neurolépticos, pero no he conocido a nadie que tome solamente un tipo de drogas psiquiátricas. Habitualmente toman «antipsicóticos», «antidepresivos», muchas veces «estabilizadores del ánimo», pastillas para dormir, más tranquilizantes cuando los requieren, etc. Generalmente todo el mundo toma un cocktail de psicofármacos.

 

Personalmente, elegí reducir lentamente todas las pastillas a la vez porque supuse que dejar cada uno de los fármacos me iba a generar un nuevo desequilibrio bioquímico. Otras personas deciden dejar los fármacos uno por uno, de hecho la mayoría de la gente lo hace así. Ninguna de las opciones es mejor que la otra. Pregunto a la gente cómo quieren hacerlo y así es como lo hacemos.

 

Algunas personas se sienten inseguras con este proceso así es que, si les sirve de ayuda, buscamos un médico o un psiquiatra que vaya haciendo seguimiento del proceso.  No es muy fácil encontrar profesionales que se presten a esto. Suelo recomendar a las personas que es mejor planteárselo a su médico de familia que a un psiquiatra. Los médicos de familia suelen conocerles desde hace tiempo y pueden ayudar en esto. Pero no es necesario. Les suelo decir que usen a su red, y yo también uso y pongo a disposición de mis clientes mi propia red.

 

También es una buena idea documentarse, leer materiales que hablen del tema. Hay algunos libros, algunos traducidos, que pueden dar una idea de lasdificultades y las posibilidades. [1]

 

Para algunas personas dejar los psicofármacos no conlleva demasiado esfuerzo. Otras lo encuentran extremadamente difícil. Quizá algunos no lo conseguirán. Estas personas decidirán seguir tomándolos y están en el derecho de hacerlo. Tomar psicofármacos o no tomarlos es una opción (y debería serlo siempre) absolutamente voluntaria.

 

 

[1] De los libros a los que Olga hace referencia en su clase, se encuentran traducidos en castellano: «Anatomía de una epidemia», de Robert Whitaker y «Psicofármacos que matan y denegación organizada», de Peter Gøtzsche. Recomendamos también la «Guía de discontinuación de drogas psiquiátricas» de Will Hall y The Icarus Project y la reciente traducción del libro de Peter Lehmann «Dejando los medicamentos psiquiátricos». 

Más del autor