Como señaló el Relator Especial de la ONU Dainus Püras en su reciente informe “las mujeres sufren de manera desproporcionada las prácticas de salud mental que se basan en tradiciones patriarcales y paternalistas, los estereotipos de género inapropiados y nocivos, la medicalización de los sentimientos y el comportamiento de la mujer, y la coacción”. “No es lo mismo ser loca que loco” nace dentro del Colectivo Autogestión Libremente, con el objetivo de denunciar esta violencia psiquiátrica contra las mujeres. Compartimos hoy su texto “El cuerpo de las locas”, publicado originalmente en su web, y que se puede descargar en formato panfleto desde aquí.

¿A cuántas mujeres alguna vez les han dicho o gritado una (sino todas) de las siguientes frases? “pareces loca”, “cállate loca”, “estás loca”, “actúas como loca”.

Probablemente a todas, y es que ser ACUSADA de loca es una anulación de tu persona, hasta una desacreditación de tu palabra a la hora de denunciar hechos de agresión machista y la invalidación inmediata de tu capacidad de juicio porque ¿qué vas a discutir con una loca? Una mujer loca es a quien se le niega la palabra. Una mujer loca es a quien se le niega todo; una mujer cuya cuerpa pasa a ser terreno ajeno, donde no tiene injerencia, donde otros deciden y determinan: el Estado, la institución psiquiátrica, establecimientos de salud mental y/o familiares.

Mujeres encerradas en los manicomios, fuertemente medicadas, al punto de no poder cambiar de posición la cabeza, babeándose, orinándose encima. Mujeres atadas por horas a una camilla, sintiendo hambre, dolor e incomodidad. Mujeres que por manifestar deseo sexual les suben las dosis de psicofármacos. Mujeres a quienes les practican electroshock bajo engaño y sin su consentimiento. Mujeres a quienes les practican esterilizaciones forzosas sin su consentimiento, basta la solicitud y evaluación de terceros.

Mujeres a quienes el aparato judicial obliga a consumir grandes dosis de drogas psiquiátricas y vigilan mediante exámenes de sangre ese consumo porque está en cuestión su capacidad de ser madres, cuyo ejercicio depende del veredicto de un psiquiatra quien tiene la potestad absoluta sobre este aspecto de sus vidas y muchas veces se les niega ejercer la maternidad. Como mujeres no tenemos derecho a elegir no parir y como locas no tenemos derecho a criar hijes. Porque la cuerpa de las locas es terreno ajeno. Porque el Estado ampara esta violencia. Porque la sociedad nos segrega. Y la psiquiatría nos somete.

La psiquiatría, brazo armado del patriarcado y del capital, no sólo nos arrebata nuestras subjetividades reduciéndonos a una etiqueta diagnóstica, anulando así toda nuestra complejidad, acalla nuestros malestares y patologiza todas nuestras conductas cuando no se ajustan al rol impuesto, sino que se apodera con fuerza de nuestras cuerpas. Somos presas, víctimas de una violencia específica e invisibilizada, cerco de silencio que desde el feminismo, en este frente y otras campañas de protesta pretendemos romper, hasta que cada una de nosotras sea libre y autodeterminada.

Abortamos, por infinitas causales, al Manicomnio, al Estado y el Patriarcado.

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