La forma en la que las personas describen sus problemas y dificultades es importante. La descripción realizada pueda situar los problemas en una perspectiva resoluble, de un modo que la persona tiene ascendencia sobre ellos, sola o con ayuda, o de forma opuesta entenderlos como estados de desdicha permanente debidos a mala suerte genética, biológica o psicológica, en la que la persona es un agentes pasivos de esas condiciones, que a veces precisan para sobrellevarla ayuda profesional y técnica.

Al describir resulta importante el lenguaje que las personas usan para denominar a aquello que a uno/a le pasa, le ha ocurrido o hace.

En los problemas de salud mental el lenguaje preponderante es uno de tipo biomédico que ha sido y es muy promocionado y ha logrado tener mucho éxito y colonizando de forma amplia el campo asistencial y profesional, y muchas veces también el habla de los propios usuarios. Este lenguaje biomédico se usa también en los campos de bienestar social, el legal, el escolar y en los medios de comunicación.

No obstante este lenguaje tiene importantes limitaciones y ha sido ampliamente cuestionado. Entre otros problemas se han resaltado los siguientes: describe mal las experiencias vivenciales de las personas, traduce sentimientos y conductas comprensibles a síntomas y enfermedades de origen somático, entiende las respuestas y situaciones de las personas a estados permanentes, y su fundamento científico es muy débil.

Muchas personas que han sufrido o sufren adversidades y tienen dificultades, y que tienen una historia personal y una situación social que aporta un contexto a sus dificultades, son invitadas  a modificar ese saber propio por una conceptualización biomédica de su estado emocional, su conducta y sus dificultades.  Y otras son prácticamente obligadas a modificar la manera de percibir y hablar de su problema, especialmente ante los servicios asistenciales, debido a la presión de los profesionales realizada bajo la idea de educar al usuario para que logre tener conciencia de enfermedad, para lo cual a veces se suelen dedicar varias sesiones de psicoeducación, además de las visitas clínicas habituales.

Bajo la idea de retornar a un lenguaje acorde a las experiencias de las personas el British Psychological Society (Colegio Británico de Psicología) desarrolló un documento destinado primariamente a los profesionales que deseen cambiar el lenguaje biomédico y sus expresiones, incluidas las de tipo diagnóstico, en su relación con los usuarios y en los informes. Se trata de una breve y sencilla guía que pretende situar en primer plano la propia descripción de las personas de su situación y sus dificultades, y da pautas para sustituir las expresiones más frecuentes del lenguaje biomédico por otras de lenguaje más común, sin perder precisión y haciendo el habla más comprensible y compartido. Pero este texto también resultará de interés a los usuarios que pueden encontrar el uso de este lenguaje, y recogerlo si lo desean, como más útil para describir sus experiencias y como tal posiblemente ganar poder.

La publicación ahora traducida a nuestro idioma es un texto muy breve y comprensible que se titula Guía para el uso del lenguaje en relación al diagnóstico psiquiátrico funcional y se puede descargar aquí.

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