Una nueva investigación revela que las personas con «enfermedad mental grave» que suspenden el uso de antipsicóticos después del tratamiento inicial tienen una probabilidad mayor de recuperarse, incluso teniendo en cuenta la gravedad inicial.

El nuevo estudio de Martin Harrow, Thomas Jobe y Liping Tong descubrió que la probabilidad de recuperarse de una «enfermedad mental grave» era seis veces mayor cuando el paciente suspendía la toma de antipsicóticos en un periodo de dos años. El estudio realizó un seguimiento durante veinte años a pacientes con diagnósticos de esquizofrenia y psicosis afectiva (bipolaridad y depresión con síntomas psicóticos). El estudio se publicó en Psychological Medicine.

En concreto, los investigadores descubrieron que quienes suspendían la medicación antipsicótica en los dos años posteriores a la toma inicial del fármaco tenían casi seis veces más posibilidades (5,989) de llegar a recuperarse de una «enfermedad mental grave» y solo un 13,4% de probabilidad de volver a ser hospitalizados.

«Independientemente del diagnóstico, a partir del segundo año, la ausencia de antipsicóticos predijo una mayor probabilidad de recuperación y una menor probabilidad de volver a hospitalizarse en los seguimientos posteriores, tras ajustar los factores de confusión», indican los investigadores.

Este «tras ajustar los factores de confusión» es importante. Los que critican esta clase de resultados defienden que los datos se explican al ser las personas con síntomas más graves quienes continúan tomando el fármaco, mientras que quienes dejan de tomarlo son las personas que tienen psicosis menos grave, aunque no hay pruebas de que esto sea así.

Los investigadores hicieron todo lo posible para considerar esta posibilidad, y ajustaron su formato para tener en cuenta factores como el diagnóstico concreto y/o la gravedad inicial de los síntomas. Esto es lo que se entiende como «controlar» o «corregir» el factor de confusión.

Harrow y su equipo controlaron este factor de confusión controlando los «potenciales pronósticos». En el primer contacto, los participantes fueron evaluados con varias mediciones de «pronóstico» (el Valliant Index, el Stephen’s Symptomatic Prognostic Index y el Zigler’s Prognostic Index). Estas mediciones permitieron a los investigadores clasificar a los participantes en un pronóstico potencial, o probabilidad de recuperación, entre pobre y moderado. Las mediciones incluyeron factores como la gravedad de los síntomas y el nivel educativo; también se tuvo en cuenta la edad, el sexo, la raza, el uso de drogas y alcohol, el estado civil y el número de hospitalizaciones previas.

«Incluso cuando se controla el factor de confusión de indicación para prescribir medicación antipsicótica, los participantes con esquizofrenia y psicosis afectiva consiguen mejores resultados que las cohortes medicadas».

Según los investigadores, algunos estudios han demostrado que algunos pacientes obtienen un beneficio a corto plazo al usar fármacos antipsicóticos. La mayoría de estos estudios duran entre unas pocas semanas o meses. Sin embargo, a las personas diagnosticadas de esquizofrenia, trastorno bipolar e incluso depresión se les suelen recetar fármacos antipsicóticos a largo plazo y en muchos casos para toda la vida.

Pero la investigación sobre los resultados a largo plazo ha encontrado un panorama inquietante. Según Harrow y sus colegas, «múltiples estudios indican que tras 2 o 3 años de tratamiento antipsicótico, las personas con esquizofrenia y psicosis afectiva a las que no se les prescribe medicación antipsicótica empiezan a tener mejores resultados que los pacientes a los que sí se les prescriben fármacos antipsicóticos».

Entonces, ¿por qué tomar un fármaco antipsicótico se asocia a peores resultados? Según Harrow y sus colaboradores, la psicosis de supersensibilidad a la dopamina que inducen los antipsicóticos puede desempeñar un importante papel. Debido a que los antipsicóticos bloquean los receptores de dopamina, el cuerpo puede compensarlo aumentando la sensibilidad a la dopamina. Y esto podría causar a su vez un incremento de la psicosis.

Según Harrow y sus colegas, el 30% de las personas con esquizofrenia que toman antipsicóticos podrían experimentar psicosis de supersensibilidad y el 70% de los diagnosticados de esquizofrenia «resistente al tratamiento» pueden experimentarla.

Los hallazgos de Harrow, Jobe y Tong son consistentes con un creciente conjunto de literatura que señala que el uso de antipsicóticos a largo plazo daña más que protege. Harrow y Jobe publicaron anteriormente los resultados a 15 y 20 años de este estudio, y en ambos casos son congruentes con este resultado.

El estudio de Wunderink sobre pacientes con un primer episodio de psicosis también encontró que los pacientes que suspendían los antipsicóticos tenían el doble de probabilidad de recuperarse que los que seguían tomándolos. Los investigadores han encontrado también que un alto porcentaje de pacientes no experimentan más episodios psicóticos a pesar de no tomar antipsicóticos; esto ha llevado a reconocer que los antipsicóticos no son necesarios al menos para un grupo de pacientes.

A modo de resumen Harrow, Jobe y Tong escriben:

«Estos datos y los anteriores indican que después de dos años los antipsicóticos ya no disminuyen los síntomas psicóticos y los sujetos que no toman antipsicóticos logran resultados mejores».

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Publicado en Mad In America, el 22 de Febrero de 2021. Traducido por Mikel Valverde

Harrow M, Jobe TH, Tong L. (2021). Twenty-year effects of antipsychotics in schizophrenia and affective psychotic disorders. Psychological Medicine, 1–11. https://doi.org/10.1017/S0033291720004778 (Link)

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