Texto originariamente publicado en Mad In America (28 de octubre de 2015)

 

La Casa de Crisis para mujeres de Drayton Park, en el norte de Londres, ofrece una alternativa al ingreso hospitalario para mujeres que experimentan crisis relacionadas con la salud mental. Fue una idea de Shirley McNicholas la que puso en marcha el proyecto y ha estado dirigiendo el servicio desde que se abrió. Al acercarse el vigésimo aniversario del proyecto, Shirley habla con Anne Cooke.

 

Fue emocionante volver a mi antiguo campo de batalla. Hace años trabajé en uno de los equipos de salud mental comunitarios de la zona y derivé a muchas mujeres a la Casa de Crisis de Drayton Park. Subir las escaleras de la casa para encontrarme con Shirley me trajo recuerdos de estar allí con personas desesperadas y con intenciones suicidas, algunas de las cuales me habían dicho que preferían morir antes que volver al hospital. Como pueden imaginar, decir que me alegré de que hubiese una alternativa sería un eufemismo.

 

La casa es una gran villa Victoriana que se parece mucho a las casas vecinas, en una calle típica del norte de Londres. Shirley me enseñó todo. La casa estaba tal como yo la recordaba: amueblada de un modo acogedor, estilo «Ikea», con un salón espacioso y encantador y un comedor con vistas al jardín en la parte trasera. Cada residente tiene su propia habitación con baño, con su llave, y hay agradables salas para conversaciones individuales e incluso para masajes. Los niños de las residentes también son bienvenidos. Si tengo una crisis de salud mental, por favor llévenme allí o a algún lugar como ese. Por desgracia, es poco probable que eso sea posible – a pesar de su abrumadora popularidad todavía hay tan sólo un puñado de Casas de Crisis en el Reino Unido. Tenía ganas de preguntar a Shirley cómo y por qué se puso en marcha Drayton Park, y qué es lo que la ha sostenido durante veinte años. Así que ahí va mi primera pregunta.

 

Anne: ¿Cómo y por qué surgió Drayton Park?

 

Shirley: En 1994 me nombraron co-coordinadora de un proyecto del departamento de Camden e Islington del Sistema Público de Salud Británico (NHS) -que fue producto de mucho tiempo de presión de un grupo de mujeres de la zona- para crear una Casa de Crisis como alternativa al ingreso hospitalario. El equipo de coordinación del proyecto compartía una filosofía básica: un enfoque holístico y psicosocial de la salud mental, basado en ideas del construccionismo social y con una perspectiva feminista, y que trabajaría teniendo en cuenta los vínculos entre el trauma y la salud mental, y al movimiento de usuarios y supervivientes de la psiquiatría. También contaba entre mis influencias personales la teoría sistémica, que estudié en el Instituto Tavistock. Queríamos crear algo nuevo que fuera lo suficientemente sólido como para ofrecer una alternativa al hospital para mujeres que se encontrasen en una crisis aguda, pero con una filosofía y un enfoque terapéutico muy diferentes. Las mujeres nos decían que se necesitaba desesperadamente un servicio así. Por mi parte, después de haber trabajado como enfermera responsable de una planta de hospitalización psiquiátrica durante muchos años, estaba decidida a crear algo muy diferente a lo que había experimentado trabajando en el hospital.

 

Anne: ¿Diferente en qué sentido?

 

Shirley: El modelo de enfermedad -la idea de que los problemas psicológicos surgen principalmente por problemas en el cerebro y por lo tanto necesitan tratamiento médico- todavía domina la mayor parte de las orientaciones de los servicios y está legitimado gracias a la Ley Nacional de Salud Mental. Por el contrario, desde el Construccionismo social se enfatiza el poder de las ideas y el lenguaje para moldear nuestra experiencia del mundo (Gergen, 1985). Esto es especialmente relevante en el campo de la salud mental, donde los diagnósticos determinan poderosamente cómo se trata a las personas, tanto dentro de los servicios como en el resto del mundo. No es que los diagnósticos no puedan ser útiles, pero tienen un poder inmenso, que nos lleva a ver los problemas de alguien de un modo determinado y a menudo a pasar por alto otras formas de entender lo que podría estar pasando. Por ejemplo, pueden distraer nuestra atención del modo en que los problemas de una persona pueden estar relacionados con su experiencia previa del mundo. Por el contrario, si pensamos de un modo sistémico podemos ver a cada persona en el contexto no sólo de su familia y de su entorno social inmediato, sino también en el contexto de sus roles sociales, como por ejemplo ser una mujer o pertenecer a un grupo socialmente devaluado. Esta perspectiva reconoce que diferentes personas tienen diferentes “relatos” sobre una situación o problema particular. Ninguna de ellas puede reclamar que tiene la verdad única, ni siquiera aquellas explicaciones esgrimidas por los ‘expertos’, sino que todas afectan poderosamente sobre las decisiones acerca de lo que podría ayudar.

 

Anne: Entonces, ¿qué supone eso a nivel práctico en cómo hacéis las cosas en Drayton Park?

 

Shirley: Un ejemplo podría ser el proceso de derivación. Los profesionales pueden derivar a alguien de la manera habitual, pero las mujeres, sus familias y amigos también pueden auto-derivarse. Esto, obviamente, da a las mujeres más control, pero también supone un posicionamiento importante en relación al poder y la titularidad del servicio. Con los años hemos tenido que resistir las presiones para limitar o detener las auto-derivaciones, y regresar al viejo sistema donde los profesionales deciden. La gente se preocupaba de que el servicio pudiera mal utilizarse y agotarse, que pudiesen entrar mujeres que no estuviesen realmente en una crisis aguda. Me parece curioso que esas preguntas no se planteen cuando son los profesionales los que derivan. Hemos luchado mucho para respetar el principio de ‘ninguna decisión sobre mí, sin mí’.

 

Anne: ¿Qué pasa con las madres que están en crisis pero tienen hijos pequeños?

 

Shirley: Drayton Park es relativamente único en el hecho de que los niños puedan quedarse aquí con sus madres. Esto puede ser un desafío, por supuesto, pero muchas madres son las principales o únicas responsables de sus hijos, e incluso cuando realmente necesitan ayuda, a menudo esperan a ser ingresadas involuntariamente para no dejar a sus hijos.

 

Anne: Sois un equipo solo para mujeres. Cuéntame un poco sobre esto.

 

Shirley: Es interesante que en 1994 esto no fuera cuestionado y tampoco la formación del equipo: el departamento y la autoridad local estaban abiertos a intentar una nueva forma. Creamos un equipo basado no en calificaciones profesionales sino en habilidades, experiencia y actitud. Las descripciones de las ofertas de trabajo eran emocionantes: nuestros «perfiles profesionales» incluían el requisito de que los candidatos tuvieran conocimiento de reflexiones políticas relevantes, por ejemplo. Dentro de los límites, se esperaba que las mujeres sacaran provecho de sus propias experiencias de vida en su trabajo. El equipo proviene de una amplia gama de experiencias previas, desde el sector voluntario y el campo de la de atención social a titulados en psicología.

 

Anne: Érais muy diferentes a la mayoría de los servicios. ¿Cómo reaccionó la gente?

 

Shirley: Muy bien, en su mayoría. El servicio era enormemente popular tanto entre las mujeres que lo utilizaban como entre colegas de la zona de todas las profesiones. Sabíamos que lo estábamos haciendo bien cuando las auditorías mostraban que, si bien los índices demográficos y los motivos de admisión eran similares a las plantas de hospitalización psiquiátrica, la evaluación de nuestro servicio era mucho más positiva. Las mujeres que venían aquí lo hacían porque lo habían elegido, así es que la base de la relación era diferente. Y, por supuesto, no hay duda de que su experiencia era muy diferente también. Las mujeres nos decían que agradecían la autenticidad del equipo y que valoraban especialmente nuestra disposición para escuchar relatos traumáticos y para trabajar con ellas de forma conjunta para contener sentimientos suicidas y conductas autolesivas.

 

Anne: Mencionas las autolesiones, que a menudo es algo que desde los servicios supone un reto para saber cómo atender mejor. ¿Cómo se trataban en Drayton Park?

 

Shirley: Eso fue algo en lo que pensamos mucho. Habíamos aprendido de los servicios especializados, pero también estábamos aprendiendo de cada mujer que venía a quedarse. Las mujeres sabían mucho sobre alternativas a las autolesiones y deseaban participar en grupos y tratar de entender por qué se lastimaban a sí mismas. Hicimos un acuerdo que incluía que el personal tenía cuchillas limpias que las mujeres podrían utilizar cuando ninguna otra estrategia estaba funcionando. Aunque pueda parecer una medida dramática y arriesgada, tenía un efecto paradójico: el hecho de saber que podían venir a por una cuchilla conyevó una reducción del comportamiento autolesivo. Las mujeres también aprendían a confiar en las demás a pesar de sus lesiones. Nuestra manera de aproximarnos, sin juzgar, permitió a muchas mujeres mostrar sus cicatrices y heridas a otra persona por primera vez. También tuvimos que trabajar con mujeres que se lesionaron internamente, introduciéndose cuchillas dentro del cuerpo. Una vez más, aunque podría parecer contra-intuitivo para aquellos empleados más acostumbrados a trabajar en entornos en los que se interviene por la fuerza si es necesario para mantener a alguien seguro, encontramos una forma de trabajo que no implicaba quitarle el control a la mujer. Trabajamos con cada una de ellas para que esté lo más segura posible, confiando en su juicio, pero también siendo conscientes de nuestros límites y siendo honestas al respecto. En raras ocasiones no ha sido posible trabajar con alguien de esta manera.

 

Anne: Cuéntame más sobre vuestra política de gestión de riesgos.

 

Shirley: Nuestra política tiene que ser coherente con la de todo el departamento de salud, pero la base es la colaboración y la «contención» psicológica. Una mujer que estuvo en la casa fue la que usó estas palabras por primera vez, e inmediatamente reconocí que era una manera muy útil de describir cómo se trabaja con el riesgo dentro de nuestro servicio. En lugar de las «observaciones» que se hacen en los hospitales, nosotras hacemos contactos. El equipo sigue un horario estructurado de 24 horas: en intervalos concretos cada trabajadora mantiene encuentros con cada mujer que se le asigna. Sabemos que la mujer está a salvo, y la mujer sabe que se la tiene en cuenta. La evaluación que han hecho sobre esto ha sido muy conmovedora. La gente realmente valora no quedarse sola durante horas en el dormitorio, y saber que alguien irá y los visitará. Por más aislada, irritable, o poco dispuesta que se encuentre, su trabajadora irá y se encontrará con ella. Cada trabajadora en cada turno de día ofrece una sesión individual para cada mujer a la que está cuidando, por lo que todo el mundo tiene un tiempo privado y regular para hablar.

 

Anne: ¿Para qué se usan las sesiones de conversación?

 

Shirley: A menudo se utilizan para abordar cuestiones prácticas o simplemente para ofrecer apoyo y tranquilidad. A veces escuchamos mientras las mujeres describen traumas pasados y presentes que son abrumadores y dolorosos. Sabemos que la mayoría de las mujeres que usan nuestro servicio -y de hecho el resto de los servicios de salud mental- han sufrido traumas. Aún me asombra la poca atención que se presta a este hecho. En las dos o tres semanas que por lo general las mujeres se quedan con nosotras, ofrecemos asesoramiento, técnicas de control, práctica de la atención plena (mindfulness) y ayudamos a la gente a desarrollar estrategias de afrontamiento. También contamos con el apoyo de un terapeuta masajista cuya colaboración es muy valorada por las mujeres.

 

Anne: ¿Crees que el entorno físico es importante?

 

Shirley: Es tremendamente importante.  Tuvimos la suerte de que nos ofrecieran una gran casa victoriana para alojar el servicio. Esto permite una atmósfera hogareña con espacio para el arte y la información. Hemos tratado de crear un espacio que sea agradable para una amplia gama de mujeres, y la gente nos dice que sin duda les parece un ambiente reconfortante y relajante. Nuestra política, que está en el tablón de anuncios de cada dormitorio, es que el personal debe llamar tres veces antes de usar una llave. Esta práctica aparentemente simple tiene enormes ramificaciones. Simboliza el respeto y la intimidad pero también da cuenta del reconocimiento del trauma que tantas mujeres han experimentado, a menudo en dormitorios. El simple hecho de dar tiempo a la gente para abrir la puerta expresa simbólicamente que «tú tienes el control aquí». El espíritu del modelo de Drayton Park se refleja y se perpetúa en los detalles.

 

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Referencias:

Gergen, K. (1985) TThe Social Constructionist Movement in Modern Psychology. American Psychologist, 40, 3, pp 266 – 275

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