En la actualidad, uno de los mayores desafíos al que deben hacer frente los dispositivos de salud mental en el territorio español es el aumento de los profesionales enfermos crónicos.  Este texto pretende dar visibilidad a este problema, aclarar algunos conceptos y aportar posibles soluciones al respecto.

Es bien sabido la importancia de la categorización en psiquiatría. Así, dentro de los profesionales sanos, se diferencia entre: profesional sano-sano y profesional recuperado. Un profesional sano-sano es aquel que nunca ha estado enfermo (hasta donde señala la evidencia científica, no se conocen casos). Un profesional recuperado es aquél que ha llevado con éxito su proceso de recuperación profesional. El que un profesional de salud mental sea un profesional sano (en cualquiera de las dos denominaciones) es básico para evitar dañar y retraumatizar a las personas que acuden a los servicios de salud mental.

A su vez, dentro de los profesionales enfermos, se puede diferenciar entre: profesional recuperable y profesional cronificado (también llamado profesional no recuperable). A la categoría de profesional recuperable pertenecen aquellos profesionales que son capaces de readaptarse a su entorno laboral si se les ofrece un tratamiento adecuado que implique acompañamiento en crisis (inevitable entrar en crisis para que se produzca el cambio). Estos profesionales pueden beneficiarse de una intervención a tiempo entrando en contacto con los saberes profanos, con expertos en primera persona y otros profesionales sanos, evitándose así la cronificación de su enfermedad profesional. El profesional cronificado es aquel que no tienen acceso a un tratamiento curativo y cuentan con pocos recursos psicoeducativos que les puedan facilitar el cambio. Estos profesionales habitualmente se encuentran en condiciones que les generan discapacidad profesional, entre las que se encuentran los problemas de apego al poder o soberbia. Son los que más sufrimiento producen en su práctica asistencial.

Se debe puntualizar que en el proceso terapéutico del profesional de salud mental hay que delimitar la responsabilidad que el propio profesional tiene con respecto a lo que le sucede. En dicho proceso hay varios componentes que lo integran y hay que ser consciente de ellos para establecer los criterios del locus de control. Entre estos componentes, se encuentran cuestiones laborales (lugar que ocupa su categoría profesional en la pirámide organizativa del servicio, estabilidad laboral, tiempo en el servicio, fama y reputación), personales (necesidad económica, cargas familiares) y sociales (paradigma de trabajo de la institución en la que se encuentra, red de apoyo con la que cuenta).

Entre las muchas razones para un desarrollo sano de la actividad asistencial, se detallan en este texto las dos cuestiones que resultarían primordiales: la adherencia a los derechos humanos (frente a adherencia al tratamiento) y la conciencia de profesional (frente a conciencia de enfermedad).  El déficit de ambas cuestiones tiene como consecuencia la mayor probabilidad de realizar práctica violenta, coercitiva y/o paternalista, que dificulten que la persona psiquiatrizada pueda, a su vez, recuperarse.

La adherencia a los derechos humanos puede definirse como el grado en el cual un profesional sigue las indicaciones del paradigma de la recuperación en su práctica asistencial. Entre sus referentes legales, destacan: la convención internacional de los derechos humanos de las personas con discapacidad, la ley 41/2002 de autonomía del paciente y el código deontológico (primum non nocere). La conciencia de profesional se refiere al conocimiento que tiene el profesional sobre: sí mismo, el rol que juega en el acompañamiento a personas que sufren y los riesgos y beneficios que su práctica asistencial puede conllevar. A continuación, se enumera la sintomatología habitual para ambos constructos, con el fin de facilitar el autodiagnóstico y, en consecuencia, movilizar a la acción (de nuevas prácticas respetuosas) y/o a la inacción (de prácticas dañinas).

Adherencia a los derechos humanos
Sintomatología positiva (*) Sintomatología negativa (**)
Considerar que el fármaco es una opción, no una obligación Imponer la toma de psicofármacos
No hablar de la persona sin la persona No entender o malinterpretar los deseos de la persona atendida
Evitar aconsejar y/o psicoeducar Paternalismo
Suscripción a la campaña “Cero contenciones” Inevitabilidad del uso de contenciones mecánicas
Temor por hacer daño  Validar los internamientos forzosos (puede ser percibido como algo peor que dejar a la persona marchar)
Fomentar y expandir redes de apoyo Necesidad (duradera y/o ocasional) de aislamiento
Inclusión en el equipo de trabajo de expertos por experiencia Efecto halo (experiencias pasadas hace que se deduzca erróneamente, presuponiendo y anticipando)
Conciencia y acción sobre la desigualdad de poderes Pensamiento de grupo (los profesionales deciden por las personas psiquiatrizadas)
Equipo horizontal de profesionales que acompaña el proceso Equipo jerárquico de profesionales que lidera el proceso
Tolerancia a la incertidumbre Práctica defensiva
Conciencia de profesional
Sintomatología positiva (*) Sintomatología negativa (**)
Necesidad de desaprender Disonancia cognitiva primaria (entre lo que se piensa y lo que hace)
Asumir el daño infringido al otro (por acción o por omisión) Disonancia cognitiva secundaria (entre lo que se cree que se hace y lo que se hace realmente)
Aproximación a la horizontalidad en la relación Dificultad/imposibilidad por ver las partes sanas en personas psiquiatrizadas
Uso de manuales alternativos (por ejemplo, marco PAS) Creer que el diagnóstico aporta información necesaria y/o suficiente. Práctica basada en DSM-V, CIE-11 y protocolos
Experimentar efectos secundarios (confianza, agradecimiento, cariño de la persona atendida) Desconfiar de las personas a las que atendemos (por mentirosos, malos y/o manipuladores). Tendencia a la doble vinculación.
Continuum: cuerdo/loco Dicotomía: cuerdo/loco
Actitud crítica y autocrítica Abundancia de sesgos (de autoridad, de confirmación, de información)
Actitud reflexiva Adaptación hedonista (el profesional está sumido en un estado de bienestar que no le permite relacionarse con sus conflictos, contradicciones e incongruencias)
NOTAS

(*) Sintomatología positiva: aquellos síntomas que hacen que pensemos que un profesional está sano y que en un profesional enfermo no se presenta. Estos síntomas resultan positivos para la recuperación de la persona a la que se atiende.

(**) Sintomatología negativa: aquellos síntomas que ocurren cuando el profesional está enfermo, con lo que se dificulta que produzca algo que se debería producir, esto es, la recuperación del profesional y de la persona a la que se atiende.

 

Raquel Ruiz Íñiguez
Enfermera especialista en salud mental | Más del autor

Enfermera especialista en salud mental.