Texto publicado originalmente en Primera Vocal.

Se trata de una traducción de un artículo publicado en Asylum, un foro abierto sobre salud mental que lleva editando material crítico de manera ininterrumpida desde 1986. Podéis echar un vistazo a otros textos de la autora, colaboradora de la versión norteamericana de Mad in America.

Desde que me involucré activamente en la salud mental me he dado cuenta de que mucha gente etiquetada de paranoica ha tenido otro diagnóstico psiquiátrico previo. Esto hace que me plantee que tal vez la aparición de esta paranoia, en lugar de estar causada  por desequilibrios bioquímicos o incluso vulnerabilidades psicológicas, es probable que tenga sus raíces en la participación de la gente en el sistema de salud mental y como resultado del prejuicio y discriminación que reciben por parte de la sociedad.

Una vez que te diagnostican tienes que vivir sabiendo que posees menos derechos que un criminal, sabiendo que te pueden drogar forzosamente y sabiendo que el 46% de los psiquiatras son partidarios de quitarte aún más derechos con la introducción de órdenes de tratamiento obligatorio[1]. Dada esta situación, ¿de verdad es tan difícil comenzar a generalizar (especialmente cuando es probable que todo esto te lleve a estar sumido en un estado de desconfianza)? La persona diagnosticada puede comenzar hablando metafóricamente –el miedo de que el sistema de salud mental les persigue se transfiere a otra autoridad poderosa como el FBI o la Mafia–. La sensación de que la gente está conspirando contra ti o te están espiando también se puede explicar de esta manera. La mujer que se queja de que hay cámaras en su apartamento grabándola puede estar manifestando una reacción a experiencias de ser observada en la planta, o después de que hayan instruido a sus padres para monitorizar sus patrones de alimentación. Puede ser también que mucho de lo que los usuarios dicen que suena como paranoia sea en realidad un reflejo de la realidad que los profesionales de salud mental prefieren no reconocer. El hombre que dice que se hacen reuniones secretas sobre él puede estar describiendo perfectamente las reuniones en las que varios trabajadores de salud mental hablan sobre él. La persona que dice que le están robando sus pensamientos mientras le administran forzosamente neurolépticos se acerca bastante a la verdad.

Además, debido a la naturaleza del sistema de salud mental, parece que es perfectamente comprensible que la gente pueda verse afectada por un estado de desconfianza o “paranoia” más general como consecuencia del propio sistema, pero yo siento que se trata más bien de una respuesta natural al sistema –“¡Sólo por el hecho de estar paranoico no quiere decir que no vayan a por ti!” –. De hecho, siento que tal sospecha en ocasiones es necesaria si las prácticas opresivas e inútiles quieren ser cambiadas. Las numerosas excusas que te dan de porqué no puedes ver tus notas, y si llegas a ver que varias partes de ellas han sido tachadas, pueden hacer que la gente se pregunte: ¿qué están intentando esconder? Cuando los trabajadores de salud mental insisten en transformar todo lo positivo de ti en negativo – un alto logro se convierte en un síntoma de obsesión, tener ambición se convierte en grandiosidad – seguramente no sea difícil llegar a la conclusión de que están en tu contra. Y cuando sabes que, al menos algunas veces, te pueden internar sin ninguna duda es difícil no sentirse perseguido, no sentir que van a por ti. Se ha demostrado que la gente que vive bajo la opresión del racismo se vuelve más paranoica que la que no. Parece que es porque  la desconfianza auténtica y entendible como consecuencia del racismo se generaliza a otros ámbitos. Pero ¿no es posible que de igual manera la gente que está en un estado de desconfianza como consecuencia del sistema de salud mental pueda empezar a hacer inferencias “paranoides” sobre otras situaciones – y así los comentarios neutrales se conviertan en críticas y burlas, el sonido que se escucha en la planta de abajo en un ladrón –?

La discriminación que sufren por parte de la sociedad aquellas personas con diagnóstico psiquiátrico también juega un papel importante en el desarrollo de la paranoia. ¿Es realmente tan difícil para alguien que es rechazado en repetidas ocasiones para trabajos por utilizar los servicios de salud mental, alguien que vive entre vecinos prejuiciosos, alguien que tiene que soportar la dosis casi diaria de cobertura mediática negativa, llegar a sentir desconfianza en otras situaciones o de sus amigos? Cuando se unen a un nuevo grupo se suelen convencer de que otros miembros están hablando y riéndose de ellos. Si ves que toda la sociedad está tu contra, cuando entra gente nueva en tu vida… ¿qué evidencia tienes que te pueda convencer de que van a ser diferentes? De forma similar, si la gente está acostumbrada a que le traten de una manera injusta, cuando reciben una llamada sin respuesta en mitad de la noche, ¿qué prueba tienen de que no son los compañeros de trabajo intentando que no descanse para que lo haga mal en una evaluación al día siguiente?

De nuevo, la gente que ha sido discriminada por su diagnóstico puede hablar metafóricamente, o sus preocupaciones sobre los prejuicios pueden considerarse exageradas. Puede que me estén escuchando a través de las paredes. Puede que me estén mirando cada vez que salgo de casa. Puede que me estén leyendo la mente para aumentar mi sufrimiento. Sin embargo, después de escuchar a otras personas que han sido acosadas y realmente perseguidas por su diagnóstico, estas exageraciones parecen ser no sólo entendibles, sino objetivamente correctas. De hecho, considerando las condiciones bajo las cuales muchos usuarios tienen que vivir, parece ser que la persona que dice que otros “están contra mí” puede estar mostrando percepciones excepcionales acerca del prejuicio y la discriminación que a menudo se dirigen hacia las personas con diagnóstico psiquiátrico. En los casos en los que el prejuicio/discriminación parece jugar un papel mayor al causar el sufrimiento de alguien, quizá podría ser mejor ayudarle a enfrentarse al prejuicio más que intentar convencerles por medio de fármacos o terapia cognitivo-conductual de que viven entre vecinos encantadores, y que por tanto el problema está en ellos.

Estas dos causas propuestas, el sistema de salud mental y el prejuicio/discriminación, no son necesariamente dos factores separados. La combinación más obvia de ambas podría darse en el caso de trabajadores prejuiciosos de salud mental; pero también me parece que el asunto del diagnóstico está unido. A menudo he encontrado que el prejuicio parece estar causado por el diagnóstico en sí mismo, más que por las experiencias reales. Si le dices a alguien que tienes una “enfermedad mental” o le cuentas cuál es tu diagnóstico, el resultado pueden ser prejuicio e incomprensión. Sin embargo, si describes exactamente las mismas experiencias, diciendo por ejemplo cómo te sientes en lugar de utilizar el diagnóstico, la persona a la que le estás hablando será más comprensiva y presentará un comportamiento menos prejuicioso muchas veces. Por lo que puede ser que el prejuicio provocado por el proceso de etiquetado pueda ayudar a causar paranoia.

Podría parecer que hay muchas maneras de prevenir o reducir esta paranoia “secundaria”, pero creo que la principal y quizá más importante es simplemente el reconocimiento de que algunas de las prácticas utilizadas en los servicios de salud mental pueden inducir paranoia.

[1] Nota: la autora del texto reside en Inglaterra, y por tanto estaríamos frente a una denuncia de lo que en nuestro país podría pretender llegar a ser el TAI: tratamiento ambulatorio involuntario, o dicho de otra manera: medicación forzosa.

 

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