[Para la entrada de hoy, una de las compañeras actualmente en el equipo de MIAH nos ha pedido compartir aquí en Mad in America Hispanohablante este relato personal en el que habla sobre algunas de sus vivencias, dificultades y estrategias de afrontamiento y acompañamiento colectivo. Os dejamos con su texto y os recordamos que podéis hacernos llegar vuestras propias propuestas al correo de la Redacción: [email protected]]
Hay vínculos que nos sostienen siempre, hasta en las peores caídas (Jopi)
Te es muy difícil levantarte de la cama; llevas días sin ducharte; salir a la calle y ataque de ansiedad es una combinación que va en pack demasiado fácil últimamente; y has leído en Twitter que si Unidas Podemos presentó una propuesta de Ley interesante sobre derechos en salud mental es porque… «claro, barriendo para casa» (así entre risas, porque estar loco es una cosa súper divertida, jajaja, me parto; y sumarle vulneraciones de DDHH ¡ay no, que me enamoro!, es la monda todo esto -especialmente si te sientes a salvo de que te pase a ti o a tus personas queridas).
Así que me he vestido (manteniendo partes del pijama por debajo de ropa más sacable a la calle), me he trenzado el pelo (sucio), he ido a mi colegio electoral a votar por Unidas Podemos, y me he vuelto a casa. Y además hemos empezado a pensar con más gentes que sí, que este malestar tan intensificado en estas últimas semanas está siendo una crisis gorda de nuevo; y que sí, necesitamos ayuda y ser red; y que sí, que juntas ya pudimos salir de esta en el pasado, y juntas Saldremos de esta también ahora, o esa es nuestra intención.
Forzarme a levantarme y salir de casa para echar una papeleta en la urna ha sido un acto político, aunque no siento que fuera uno especialmente grande. Otro acto político, este quizá sí muy grandote, de un potencial enorme, ha sido estar este fin de semana pasado sacando fuerzas de donde no las había para intentar transmitir a alguna gente que me encuentro mal y en riesgo y que queremos y necesitamos seguir inventando formas de sostener las crisis en comunidad porque desgraciadamente los espacios de atención a nuestra salud mental no son sitios seguros donde podamos acudir una vez nos hemos hecho conscientes de las violencias allí existentes (y otros espacios sociosanitarios donde poder ir en crisis y que sí pudieran ser de cuidado y acompañamiento aún están más en proyecto que en lo tangible -ojalá traspasen pronto esa frontera y existan en lo material-). Es un acto de supervivencia, claro, pero también un acto político, haber estado preguntando a algunas personas(*) que si podían y querían elegir sumar sus hachas(**) para sostener mi actual crisis en red, en común.
Esto es también política, una política de enorme potencial transformador: las redes que construimos y que están y estarán porque vamos a seguir reforzándolas, pase lo que pase en cada convocatoria electoral. Nos jugábamos bastante en las urnas este domingo, sí; pero nos lo jugamos TODO al apostar, hoy y siempre, cada día, por construir, fortalecer y multiplicar las redes de apoyo mutuo que nos permiten la supervivencia cotidiana.
Gracias a todas las que intentáis hacer gestos políticos, pequeños o/y grandes, que nos faciliten un mundo menos hostil. Gracias a todas las que me sostenéis, las que nos sostenemos. Nadie nos promete que será fácil pero ojalá valga la pena, y sobre todo la alegría 💜
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(*) Al decidirme a publicar esto, quise dejar aquí también el laaaargo mensaje que estuve pensando y enviando a varias personas para proponerles sumarse a este acompañar y cuidar en esta nueva crisis personal grande. Por una parte, porque a veces cosas que me da vergüenza hacer (como pedir ayuda una y otra y otra vez), se me hacen más fáciles cuando siento que hacerlas también tiene un sentido político (como el reconocerse en la vulnerabilidad y darle a la propia vulnerabilidad un espacio público). También quería compartirlo por si quizá puede ser un ejemplo de algo que, adaptaándolo a vuestra situación y necesidades, otras personas también podéis usar si en algún momento necesitáis dar una voz de alarma y decirle a vuestro entorno que estáis jodidos y no estáis pudiendo remontar, que necesitáis sumar más cabecitas pensando juntas y brazos que remen en una misma dirección. O quizás lo quiero compartir no para ser ejemplo de nada, que suena prepotente y más ambicioso de lo pequeña que estos días me siento, sino por recordarme a mí misma que este camino ya me valió para sobrevivir sin ingresos, aunque no sin dificultades, en mi crisis de 2017-2018.
Os copio y pego el mensaje que envié (sí, soy consciente -y mi gente también- de mi escasa capacidad de ser concisa):
Hola. Escribo este mensaje a varias personas, quizá te sorprende recibirlo porque no sientes que seamos tan cercanas, o porque no vivas en Madrid y desde la distancia geográfica no sepas si tiene sentido sumarte a algo como lo que te propongo.
Me he ido encontrando peor y peor en las últimas semanas, ya meses, acumulando dificultad. Ahora ya no siento exagerado hablar de crisis, y mis crisis siempre van con quiebra del vínculo vital, muchas ideas de muerte y cierto riesgo suicida. Para mí hace años que ni en las situaciones de mayor riesgo es opción ir a Urgencias o ingresar en psiquiatría. Las violencias retraumatizantes allí vividas descartan esos espacios (y aún no hemos inventado otros).
En mi última crisis gorda, entre fines del 2017 y mediados del 2018, pudimos sostener la crisis sin ingresar ni tomar decisiones contra mi voluntad gracias a que un grupo numeroso de mis vínculos y afectos se reunió para sostenerme juntas y a su vez sostenerse entre ellos. Nos sostuvimos todos. Esto lo hicimos en un grupo de wassapp de apoyo en la crisis, en turnos de acompañamientos presenciales cuando hacían falta, en reuniones para poder pensar alternativas juntas cuando el daño o la angustia nos bloqueaban. Fue duro pero también pasaron cosas preciosas ahí, surgieron vínculos, estrategias, aprendizajes… Y conseguí lo de poder sobrevivir, que estuvo bien también 😜
Aquella crisis, así sostenida en comunidad, fue de diciembre del 17 a septiembre del 18. Fue brutal de bonito y esperanzador poder salir de aquella crisis en red, sin ingresos, aislamientos, correas; sosteniéndola y sosteniéndonos juntos, cada uno aportando ideas o tiempo o presencia o memes, en función de su capacidad que también pudo ser distinta a lo largo de esos meses. La red a su vez se sostenía y cuidaba entre sí y así se podían diluir o acompañar sus propios miedos, preocupaciones y no hubo necesidad de actuar desde el control y la seguridad; y se pudo primar así el cuidado y acompañamiento y mis deseos. Y al ser una red amplia, cuando alguien sintió que así no podía estar y acompañar, o cuando por tareas, tiempos, necesidades personales… prefería dar un paso atrás, era perfectamente posible porque seguía habiendo una red tupida sosteniendo. Conseguir remontar así fue brutal. No sólo sobreviví: he disfrutado un año de estar vital, sentirme «instalada en la VITALIDAD» (el primero con esta sensación de vitalidad desde mis 12 años); aun sabiendo que según soy y me afectan las cosas probablemente las crisis volverían, pero que si juntas encontramos cómo salir de aquella, podríamos salir de las que vinieran.
Y bueno. La crisis está de nuevo aquí. Me pilla cansada. Siento injusto haber tenido solo un año de ese disfrutar de sentirme vital. Me ha costado asumir que esta crisis tampoco iba a poder llevarla sola ni solo junto a mi chico, pedir ayuda a mi gente, también cansada; pero eso, que era difícil, ya está hecho: este finde trasladé lo en riesgo que me siento y nos reunimos para empezar a pensar. Parte del grupo que se formó para acompañar y sostener la crisis anterior ya se ha subido al barco, y en este primer pensar juntos, pensamos que quizá habría otras personas que podrían querer estar presentes en este intento de sostener la racha jodida. Con estos mensajes te estoy preguntando si querrías estar.
¿Qué implica? No más de lo que cada uno sienta que puede hacer respetando sus propios autocuidados. Te incluiría en un grupo de wassapp específico que siento que será un espacio donde yo me sentiré legitimada para pedir apoyo y acudir en momentos de angustia, confusión, dolor… o necesidad de distracciones (en la crisis anterior hubo momentos super divertidos también en el grupo de wassapp, entre las angustias y miedos). En ese grupo mandaría también las peticiones de acompañamiento y quizá organicemos reuniones presenciales si me siento demasiado bloqueada.
NO IMPLICA tener que estar pendiente del wassapp, ni leer todos los mensajes, ni contestar si ese día no tienes ganas, tiempo o energía. Al ser un grupo mediano seguramente habrá alguien que mire el móvil y responderá en un rato, la interacción no recae sobre nadie concreto.
Como la vez anterior, habrá vínculos que venís de distintos lugares, del 15M, de mi barrio, de mi GAM, de otros colectivos activistas en salud mental y de activismo loco, mi pareja… Ahora mismo hay 2 personas que viven fuera de Madrid y su apoyo y estar cerca es desde ahí, desde ese «límite» geográfico.
Tampoco en la crisis anterior se conocían entre sí varios de los que integraron el grupo, y eso devino en nuevos vínculos para algunos de ellos.
Ante la pregunta de ¿quieres estar en este grupo y poder contar contigo para el apoyo desde ahí?, por supuesto…
– Decir sí o no no habla en absoluto de un mayor o menor aprecio por mi, y así lo entenderé. Eres totalmente libre de decirme que prefieres que no, sin más explicaciones, o explicándome lo que necesitases si prefieres tú hacerlo así.
– No es una decisión sin marcha atrás, en cualquier momento si te resulta desbordante (o por cualquier otra razón que te lleve a preferir salir del grupo), puedes decir que necesitas salir y no hay ningún problema. También puedes volver a entrar después si te vuelves a sentir con fuerzas o ganas. Todo esto ya funcionó así en la anterior crisis y fue bien, creo.
– Una de las ideas principales del grupo pasa por no cuidar cuando ese cuidado suponga pasar por encima de tus propios autocuidados. El grupo lo facilita de hecho, saber que donde tú no puedas probablemente otros sí y al revés.
– Puedes tomarte el tiempo que quieras y necesites para responder si te añado o no a ese grupo, hacer todas las preguntas que necesites, las dudas que puedan surgirte…
Además este grupo de acompañamiento en la crisis no es mi única herramienta. Por si es importante para ti saberlo, además mantengo mi psicóloga semanal, una psiquiatra que parece querer intentar saber ser un apoyo y está bastante descartado que sea una amenaza; y sigo en mi Grupo de Apoyo Mutuo dentro del colectivo InsPIRADAS que es otra de las patas donde apoyarme.
(Siento el mensaje genérico, pero explicar y enviaros esto me es ya una tarea complicada y jodida, y me ha hecho falta hacerlo en una sola redacción genérica sin personalizar para cada una de las que os pregunto)
Un besote grande 💜💜💜
Algunas de sus destinatarias ya han respondido que sí, otras han respondido que por su momento actual no pueden, otras están pendientes de responder y a alguna sigo yo dando vueltas a atreverme o no a preguntar. Pero hoy ya estoy más arropada que la semana anterior, lo estamos todas las que nos hemos empezado a acompañar en este nuevo grupo «#SiSePuede, creo, otra vez».
(**) Esta otra referencia, la de sumar sus hachas, la siento tan universal que no requiere explicación, pero como a veces equivocamos el universo con nuestro propio ombligo, mejor explico aquí que es una frase sacada de El Señor de los Anillos, cuando Frodo, el pequeño hobbit protagonista, asume una misión que seguramente hubiera excedido sus posibilidades individuales. En una escena de pocos segundos (incluyo el video debajo) que muestra la reunión donde acaba de ofrecerse voluntario en soledad para esa misión casi suicida, varios compañeros se ofrecen a acompañarle y luchar junto a él (cuenta con mi espada, dirá Aragorn; y con mi arco, se sumará Legolas; ¡y con mi hacha!, gritará Gimli; antes de que varios amigos hobbits que no estaban invitados a la reunión se sumen en tropel a apoyar a su amigo, iniciándose así La Comunidad del Anillo).
Spoiler: Sí, pudieron (ellos también)