Artículo publicado originalmente en No Gracias: Organización civil independiente por la transparencia, la integridad y la equidad en las políticas de salud, la asistencia sanitaria y la investigación biomédica (20 de abril de 2017)
Una reciente revisión demuestra que los médicos con relaciones con la industria doblan la posibilidad de un desempeño inadecuado en relación con la prescripción comparado con los profesionales que no tienen dichos vínculos.
Los autores destacan las limitaciones de la transparencia para abordar el problema y abogan por proteger a los ciudadanos de las potenciales consecuencia de una mala práctica clínica prohibiendo los contactos comerciales de los profesionales con la industria y formándolos específicamente sobre la capacidad de influencia de sus estrategias publicitarias.
Las actividades de promoción de la industria, a pesar del cerco regulador en EE.UU, siguen siendo intensas: en 2012, gastó más de 27 mil millones de dólares. En Canadá, un sistema de salud más parecido al nuestro, se ha calculado que las actividades de promoción supusieron una inversión de 30,000 dólares por médico y año.
Como se ha demostrado muchas veces, el negocio de la industria ya no está basado en la innovación sino en la publicidad, en la que gasta el doble que en investigación.
Esta apuesta por la publicidad como modelo de negocio está causando un enorme daño a la medicina. Primero, porque se está desperdiciando el 85% de la inversión dedicada a investigación biomédica en nuevos fármacos y tecnologías no relevantes, ciencia mal diseñada, no difundida o defectuosamente comunicada.
Segundo, porque hay una desesperante crisis de innovación farmacológica. Mientras tiramos el dinero en investigación que produce más fármacos me-too o, directamente, peligrosos, sigue habiendo enfermedades olvidadas y cada vez más resistencias antibióticas no resueltas.
Tercero, porque el intento sistemático de la industria por influir en las decisiones de médicos e instituciones médicas -como las sociedades científicas- está degradando tanto la credibilidad de profesionales e instituciones profesionales como su desempeño: es la deriva institucional
En suma, la estrategia publicitaria de la industria está siendo muy beneficiosa para ella pero está debilitando gravemente no solo la credibilidad social de profesionales, instituciones y de la propia ciencia, sino también la capacidad de la biomedicina para seguir procurando progreso social y bienestar.
Para algunos comentaristas, fenómenos como la creciente duda vacunal serían una consecuencia de esta falta de credibilidad de la ciencia y la medicina de cara a los ciudadanos, y del miedo cada vez más patente a ser dañados por una medicina expansiva, agresiva y peligrosa, dominada más por los intereses comerciales que por los de enfermos y poblaciones
Sin embargo, tanto la industria (por razones obvias) como la mayoría de los profesionales y sus representantes en las instituciones científicas, niegan la mayor: la industria, con su publicidad, solo estaría buscando informar y formar a los profesionales para mejorar la calidad de sus decisiones.
Pero la realidad es tozuda, y los datos también: la industria está tan interesada en la formación y la información veraz de los médicos como Nike en la salud cardiovascular de los deportistas. Todo el gasto destinado a publicidad y formación -y gran parte del dedicado a investigación- intenta simplemente posicionar los productos y, por tanto, influir en las decisiones de los clínicos y en las recomendaciones de las instituciones profesionales y científicas exagerando los beneficios y minimizando los riesgos de sus productos. Es el “drug life optimisation model” en el que la inversión publicitaria comienza antes de que el producto esté en el mercado y no termina cuando expira la patente.
Se acaba de publicar una nueva revisión sistemática que lo demuestra.
Se incluyeron 19 estudios.
Los tipos de exposición comercial evaluados fueron:
– visitas de representantes de ventas
– educación médica continuada financiada por la industria, incluidos fondos para viajes
– regalos: muestras, comidas, material de oficina o libros, donaciones y pagos
De los 19 estudios, solo 6 fueron incluidos en el meta-análsis. El artículo realiza tanto un resumen narrativo de los artículos revisados como el meta-análisis de los 6 trabajos que aportaban datos agregables.
Resumen narrativo
1) Influencia de las visitas de representantes
Los ocho estudios que analizaban esta interacción comercial encontraron una asociación entre la visita de los representantes y un aumento de la frecuencia en la prescripción de determinados fármacos, una prescripción de menor calidad y más gasto farmacéutico.
2) Influencia de la inversión de la industria en la formación médica continuada
Dos estudios evaluaron los efectos de la formación financiada por la industria de la educación médica continua. Ambos estudios encontraron asociaciones significativas entre la asistencia a la educación financiada por la industria y mayor frecuencia de prescripción, prescripción de menor calidad y aumento del coste de la prescripción.
3) Influencia de recibir regalos (muestras, comidas, material educativo, etc) o pagos de la industria en el comportamiento de los médicos
Ocho estudios evaluaron cómo influían regalos y pagos tanto en la prescripción y uno como lo hacían en las creencias de los médicos. Los ocho estudios encontraron una asociación entre la recepción de regalos y un aumento de la frecuencia de prescripción; cinco de ellos además demostraron que la prescripción era de menor calidad y más cara.
Resultados del meta-análisis
Seis estudios fueron incluidos en el meta-análisis. La estimación combinada mostró una asociación estadísticamente significativa entre la interacción con la industria farmacéutica y los comportamientos de prescripción de los médicos (OR = 2,52; IC del 95%: 1,82-3,50).
Con una calidad de las pruebas moderada, el meta-análisis muestra que los médicos con contactos comerciales con la industria doblan la prescripción de los fármacos promocionados comparados con médicos sin dichas interacciones.
CONCLUSIONES
Los autores concluyen:
1- Las relaciones de los médicos con la industria se correlacionan con peores indicadores de desempeño profesional en relación con la prescripción
“Nuestros hallazgos sugieren que la interacción entre los médicos y las compañías farmacéuticas deberían estar estrictamente reguladas para reducir los efectos negativos y promover una prescripción apropiada.”
2- La transparencia no es suficiente: es necesario evitar los contactos
Sin embargo los autores destacan como las políticas basadas en la divulgación no están teniendo resultados positivos y por eso plantean la necesidad de evitar los contactos:
“Una opción potencialmente eficaz sería restringir las interacciones médico-industria dada la evidencia de que las políticas de restricción pueden tener un efecto positivo en la mejora de los hábitos de prescripción”
Ya hablamos de esto mismo en las entrada “La transparencia sin sanción esinútil” , “Si evitar la influencia de la industria durante la residencia asegura una mejor formación ¿Por qué las unidades docentes en España siguen permitiendo el contacto con la industria de los residentes?” y “La transparencia inofensiva de la industria farmacéutica”.
La transparencia no soluciona el conflicto. Es una condición necesaria pero no suficiente.
Citan los autores una texto publicado en BMJ Open que efectivamente demostró que las políticas que restringían los contactos sí parecían tener efectos positivos.
Concluía este texto:
“No hay ningún efecto (sobre la mejora de la prescripción) del abordaje colaborativo entre industria y sistema de salud.. y, por contra, hay evidencias de que políticas que limitan las interacciones sí tienen efectos positivos”
Hay ejemplos notables de políticas restrictivas como la Universidad de Standford que prohibió la entrada de representantes de ventas farmacéuticas en sus hospitales docentes. También el Memorial Sloan Kettering Cancer Center y la Escuela de Medicina Brody de la Universidad de Carolina del Este han prohibido todos los contactos con la industria (incluida la financiación de la formación médica continuada) y, al parecer, con éxito.
Recientemente señalábamos como casi la mita de las unidades docentes de medicina de familia eran “pharma free” en EE.UU y el 74% no permitían los contactos entre residentes y estudiantes y los representantes.
Para los investigadores no hay riesgo de “vacío informativo” como aducen algunos ya que, al contrario, hay evidencia de que la información que trasmite la industria “a menudo no indica los riesgos y los efectos nocivos de los medicamentos a los médicos”. Proponen alternativas como los“visitadores académicos”
3- Es necesario una formación específica a los profesionales sobre conflictos de interés y sesgos causados por las estrategias comerciales de la industria
Los autores destacan la necesidad de formación específica a los profesionales sobre la capacidad de influencia de las interacciones con la industria farmacéutica, las técnicas de marketing y la capacidad de los conflictos de interés para sesgar investigación, formación y decisiones clínicas.
“La evidencia existente sugiere efectos positivos de los programas educativos sobre estrategias de marketing de la industria en las actitudes y comportamientos de los médicos”
Recientemente hemos propuesto (artículo en prensa) los contenidos de un programa formativo específico al respecto. Ver arriba
En resumen, como ya se ha escrito en otro sitio:
“la independencia profesional hay que plantearla como una estrategia de seguridad de los pacientes: lo primero es evitar la exposición a aquellas situaciones en las que se ha demostrado que existe riesgo de juicios sesgados.. Garantizar la independencia profesional no es principalmente un problema médico individual, sino institucional y social”
¿Significa esto que ningún contacto con la industria puede ser beneficioso? No. La colaboración entre la industria y las organizaciones de investigación o profesionales son necesarias; pero para que sean también netamente positivas necesitan un contexto regulador y de buen gobierno que en este momento no se está produciendo.
Por contra, todos los contactos comerciales sin capacidad de procurar beneficios a los pacientes (visitas de los representantes, comidas, pagos de formación no independiente, becas de viaje a congresos o inscripciones, pagos por conferencias o asesorías, regalos, etc..) deben ser evitados porque suponen un claro riesgo de acabar afectando a la seguridad de los enfermos.