Publicamos hoy la primera entrada del blog Saliendo de Venlafaxina, que nos fue enviada hace unos meses por su autor, que va compartiendo en ese espacio su experiencia personal en el intento de reducir (y ojalá retirar) esta medicación antidepresiva. Esta entrada la publicó en enero de 2019 y nos contactó para pedir que nos hiciéramos eco en las páginas de Mad in America Hispanohablante, como hacemos al traerla hoy a nuestra web. 

Hola a todos y a todas.

Mi idea de empezar a escribir en este blog es la de tener una herramienta para redactar mis experiencias con el proceso de salir de la droga llamada venlafaxina, un antidepresivo recetado comúnmente para tratar la depresión severa aunque también se receta para otras dolencias como por ejemplo: síndrome premenstrual, migrañas, dolor…

Resumiendo mi historia de uso de drogas psiquiátricas

Siempre he sido un chico introvertido, reflexivo y sensible; la realidad de ser observado y juzgado por otros me ha afectado a lo largo de mi vida y aún me ocurre, seguramente por una falta de autoestima arraigada en la infancia y preadolescencia.

A la edad de diecisiete años yo tenía una pareja con bipolaridad y trastorno límite de personalidad, disfruté mucho con ella pero también sufrí demasiado a causa de su forma de actuar y sobre todo la forma de tratarme. En ese momento yo fumaba marihuana a diario y a veces consumía drogas aunque no en exceso, quería experimentar y me sentía atraído por nuevas experiencias ( experiencias que fueron intensas y alteraron mi sistema nervioso para mal muchas veces, sobre todo los estimulantes como el speed). La relación llegó a un punto insostenible en que yo decidí acabar, y la dejé. Hasta ahí todo bien, el caso es que pocos días después esa chica intentó volver conmigo y acepté con la esperanza de que haría un esfuerzo para tratarme mejor. Resultó ser mentira y una excusa para dejarme ella esta vez, ahora pienso que hizo eso porque le resultaba más fácil cortar ella conmigo que el saber que la había dejado.

Pasaron unos días y empezé a sentirme mal, esa relación ya me había causado mucho sufrimiento emocional durante meses y el uso repetitivo de la marihuana acentuaba mi forma de sentir, mis pensamientos negativos… Una semana después de sentirme desgraciado por haber confiado en la pareja más importante de mi vida, decidí salir de fiesta con amigos para pasarlo bien y olvidarme, esa noche consumí speed y marihuana y fue la peor noche de mi vida. No fue divertido para mí ni para mis amigos los cuales ya aborrecían el tipo de fiesta «rave» y el consumir drogas; al volver a casa se desató el infierno en mi mente. No paraba de pensar en mi ex pareja, no podía controlar mis pensamientos que aparecían sin parar y de forma repetitiva, llamé a mi pareja por la mañana y me trató de forma déspota y con verdadera maldad, eso aumentó mi angustia y desenfreno.

Este es el punto donde empezó todo.

Pasaron días y seguía sin parar de pensar en ella, en lo ocurrido, en mi vida sin ella… no pensaba de forma lógica, simplemente era acribillado por pensamientos cada segundo sin descanso, incluso por las noches no paraban. Acabé yendo al médico de cabecera para contar lo que estaba pasando y en pocos minutos me recetó mi primer antidepresivo: Citalopram. Empecé a tomarlo y recuerdo que nada mejoró, al contrario mi angustia aumentó y mi descontrol mental también, dejé de fumar marihuana en seco ya que no tenía sentido consumir en ese estado.

Pasó un mes aproximadamente y nada mejoraba así que me concertaron una cita con un psiquiatra en un hospital cerca de casa, allí el infierno se volvería mucho más ardiente y oscuro, inimaginablemente doloroso. Conocí al Dr. y yo sentí que ahora sería ayudado, estaba frente a un médico, un profesional de la salud mental y él podría calmar mi mente inquieta y desatada, recibí la noticia por su parte de que padecía un cuadro psicótico depresivo. ¿Psicótico? Yo era consciente de todo lo que me sucedía, no tenía ningún tipo de delirio ni alucinación, solamente mi angustia y ansiedad eran muy altas, mi mente no paraba de repetir pensamientos, aún así acepté su diagnóstico y mis padres también.

Mis recuerdos de esa época son borrosos, tenía dieciocho años y ahora ventiseis, solamente diré que durante unos cinco o seis meses probé varios antipsicóticos y antidepresivos para intentar frenar mis síntomas. Nada fue útil y todo empeoró mi estado, esas drogas me sacudían el cuerpo y la mente de forma brutal con una variedad de síntomas enormes. Mientras era objeto de experimentación ( el médico no sabía cómo afectaría nada de lo que me suministraba, nada de las consecuencias, nada de si ayudaría), yo me esforcé por mejorar mi vida haciendo activismo por los derechos de los animales, conociendo personas involucradas en ello, cambiando mi dieta…  de algún modo la sedación extrema de los neurolépticos hicieron que ya no pensara en nada, tampoco sentía nada, era más bien un zombie, un vegetal.

En un momento decidí que su tratamiento y diagnóstico no eran correctos, me atreví a poner en duda su criterio profesional y su experiencia en el mundo de la enfermedad mental, no recuerdo si avisé de que lo dejaba pero fui en busca de otra ayuda, ya había tenido suficiente. Conocí a otro médico, un hombre anciano con mucha experiencia y una eminencia en la medicina, lo conocía porque trató a familiares y a mí de pequeño, así que me visité con él. En la primera visita me dijo claramente que sufría de depresión y que no tenía nada de psicótico, mis síntomas eran claramente depresivos. Fue un gran alivio quitarme la etiqueta de psicótico y dejarlo solo en depresivo. Me recetó citalopram asegurando que era el mejor fármaco, me contó la falsa teoría del desequilibrio químico y cómo esta bala mágica arreglaba lo que mi cerebro roto hacía. Empecé a tomar esta droga y pasaron meses, pasó un año y fui yendo a mejor aunque varios síntomas me mantenían amargado en la vida, síntomas como la incapacidad para disfrutar del sexo o tener un orgasmo, la capacidad de sentir emociones, la concentración… Nunca podría estar saludable sintiendo esos efectos, ahora mismo tampoco, jamás.

Llegó un día en que decidí dejar la medicación y me puse a ello lentamente aunque no recuerdo que tan lentamente, tampoco iba a ningún psiquiatra ni quería verlos otra vez. Conseguí estar fuera durante un tiempo y como es de esperar la abstinencia golpeó fuerte aunque yo no sabía que era eso lo que ocurría. Sentía malestar, insomnio, irritabilidad, agitación… así que me planteé volver a usar marihuana para calmarme (grave error), en una situación extrema opté por un «remedio» arriesgado y funcionó durante unos meses. O yo creía que funcionaba ya que no era del todo consciente del daño que me hacía. La mezcla de retiro del antidepresivo sumado al consumo elevado de marihuana , más circunstancias negativas en mi vida como estudiar un curso que realmente no me motivaba, tener una pareja tóxica, no tener ingresos económicos y demás me condujeron a otra depresión de la que creí que nunca saldría.

En esos momentos de terror, de incapacidad para razonar, de actuar, de moverme, de hacer nada, volví a reunirme con un psiquiatra y dejé de fumar. En unos minutos me dio una receta y me dijo que sufría de depresión. Volví a empezar desde abajo y la experiencia fue penosa, esta vez el fármaco fue Venlafaxina junto con Mirtazapina , un combo que se le da a personas con depresión severa grave y que promete muy buenos resultados: estos son debidos a que dejas de ser tú mismo, tu esencia se desvanece y pasas a convertirte en alguien controlado totalmente por los efectos psicoactivos de estos fármacos, ya no existe tu depresión. Pude aguantar meses y meses en un estado semi real, aunque los efectos secundarios como sedación, falta de deseo sexual, carencia de emociones, sueño, agitación, nerviosismo y una lista larga, me hacían sentir que esto tendría que acabarse en algún momento, no podía ser una opción a largo plazo vivir de este modo. Empecé a reducir mi dosis de Venlafaxina, la Mirtazapina la dejé cuando todo fue mas estable, otra vez un retiro me confundió y me creó la necesidad de buscar algo para controlarme, opté por la marihuana.

Estuve unos años con Venlafaxina y aunque no podía estar bien, pude estudiar y sacar algún curso, mi frustración por la mala praxis y mi mala aceptación de todo ello seguía vigente día tras día.

Hace un años aproximadamente decidí junto con la gran ayuda de mi psiquiatra de ese momento, bajar la dosis, lo conseguí llegando a 75mg desde 150mg, una vez allí probé de tomar una dosis un día sí y un dia no y el dia que no tomaba la dosis me sentía mejor, más despejado y de mejor humor, así que probé dos días sin, luego tres días sin. La doctora simplemente me dijo que si yo me sentía bien así, que siguiera. Tremendo error y carencia total de conocimientos y profesionalidad por su parte que yo pagué muy caro. La venlafaxina es una droga que tiene una vida en sangre muy corta (unas siete horas), de modo que dejar al cuerpo durante horas sin la sustancia de la que depende totalmente es muy peligroso y lo supe bien al poco de llevar a cabo mi plan.

Estaba acabando un curso de dos años, trabajando, tomando de este modo mi antidepresivo y fumando marihuana, mucha. Viví en Diciembre del año pasado un evento traumático en mi trabajo que me afectó dos meses después y junto con todos esos factores terminé en una crisis nerviosa brutal. No podía actuar, no podía pensar, no dormía ni comía, lloraba continuamente y tenía ataques de pánico constantes, así que tuve que dejar de estudiar, coger la baja en mi trabajo y volver a subir mi dosis a 150mg, eso fue realmente doloroso para mi cuerpo, mente y alma. Lo podría definir con que era un ser humano vivo pero sin vida, cuya función se limita a experimentar sufrimiento extremo y con ello una conciencia de fracaso e inutilidad. Pasaron unos meses y pude volver a trabajar con dificultad, al menos tenía una ocupación, un objetivo a parte de sobrevivir y quizá en un futuro sanar. Poco a poco he estado reduciendo mi dosis desde la marca de 150mg a 58mg que es donde ahora me encuentro, todo sin ningún tipo de ayuda por parte de mi psiquiatra actual (es otro diferente al que me sugirió la gran idea de hacer lo que me diera la gana sin advertencia alguna del peligro), cuando le comenté que iba a retirarme me sugirió una pauta rápida de discontinuación, si hubiese hecho caso las cosas estarían muy mal ahora dado que una medicación así no puede retirarse de otro modo que no sea muy despacio, no es algo que diga yo , miles de personas informan de esto a diario a través de las redes.

Aprendí a reducir gracias a muchas horas leyendo en internet experiencias similares a la mía, gracias a un maravilloso foro (survivingantidepressants.org) y gracias a mi determinación de conseguir vivir libre de drogas psiquiátricas, mi familia y amigos siempre han estado aquí aun sin llegar a saber por lo que estaba pasando, quizá una vaga idea muy alejada de la realidad. No está siendo fácil, escribir esta historia con la intención de resumirla me ha costado un poco, mi concentración últimamente no es la mejor y en otro momento podría hacerlo mucho mejor, el caso es que hoy me he decidido a abrir mi blog para dejar constancia de mi historia, una de millones afectadas por la falta de humanidad del sistema de salud mental actual.

La idea con la que vivo ahora es la de dejar de ser una víctima y empoderarme a través de mis experiencias pasadas y el conocimiento adquirido. No estoy en contra del uso de psicofármacos en según que casos, estoy totalmente en desacuerdo en el método empleado el cual beneficia el trabajo de psiquiatras y a las industrias farmacéuticas, muy poco al usuario con sufrimiento psíquico.

[Cuando Alan nos envió su texto , decidimos publicarlo por el interés en cuanto a su vivencia personal con los psicofármacos, las imposiciones a las que se enfrentó en el proceso de discontinuación, la desinformación con la que se encontró y con que se le trató… y por el interés de visibilizar todo esto desde su mirada en primera persona. Más allá de eso, creemos que la visión que nos comparte al relatarnos cuál era su contexto, como sus experiencias de pareja u otras, probablemente no están exentas de la mirada patriarcal tan ampliamente extendida en la sociedad, y a la que creemos también responsable de gran parte del sufrimiento psíquico que nos acompaña a todos, pero se ceba con las mujeres. (Nota aclaratoria de la Redacción)]

[La imagen que encabeza el post es de Gerd Altmann en Pixabay]

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