Salerno. Lunes 18 de Noviembre de 2019, de Carmela Santi

«Cometimos una salvajada, no entendimos la petición de ayuda de Franco y lo arrebatamos a vuestro cariño. Os expreso mi cercanía». A diez años de la muerte de Francesco Mastrogiovanni, rompe el silencio uno de los enfermeros que lo tuvo en tratamiento en la planta de Psiquiatría del Hospital San Luca de Vallo della Lucania. Nicola Oricchio, hoy jubilado, dirige una larga carta a la hermana de Francesco, Caterina Mastrogiovanni, y a su marido Vincenzo Serra. Recuerda lo que ocurrió durante los días del ingreso del maestro de Castelnuovo Cilento fallecido después de cuatro días de Tratamiento Sanitario Obligatorio. Mastrogiovanni permaneció atado de pies y manos a una cama durante más de 80 horas sin ser alimentado ni hidratado. Además de a los seis médicos, el Tribunal Supremo ha condenado también a los once enfermeros, que supuestamente tienen la obligación de «proteger» a los pacientes y denunciar a la autoridad competente malos tratos o privaciones, sobre todo de la libertad personal.

LA CARTA

«Siento el deber de escribiros —dice Oricchio— para expresaros con profunda tristeza mis condolencias y mi cercanía simbólica». Y continúa: «A lo largo de esta década, la familia, el Comité por Francesco Mastrogiovanni, y en particular vuestra hija Grazia, ejemplo de mujer combativa y tenaz, habéis luchado en todos los foros posibles para que se estableciesen la verdad y la justicia y para evitar que tragedias de este tipo pudiesen repetirse en el futuro, pero Francesco murió en vano, porque hoy en día en las unidades de psiquiatría de los hospitales italianos los usuarios ingresados en régimen de Tratamiento Sanitario Obligatorio siguen muriendo por causa de la contención mecánica». Oricchio recuerda esos días dramáticos: «Han pasado diez años desde ese 4 de agosto de 2009, pero para mí es como si ese dramático acontecimiento hubiese ocurrido ayer. Veo una y otra vez las imágenes, grabadas en mi memoria, de la interminable tortura de Francesco, porque de eso se trató, y no de un tratamiento asimilable a la tortura, y por ello os pido disculpas. Durante esos días nosotros realizamos una salvajada que duró desde las 12.30 del 31 de mayo hasta el 4 de agosto, y durante la cual se cometieron una cadena de errores y una larguísima serie de delitos gravísimos en los que prevalecieron la inercia, la dejadez y el laxismo. Se derrotó a la humanidad de la palabra renunciando al cometido de una psiquiatría humana y cívica. Así contribuimos a matar a Mastrogiovanni y yo acabé siendo un asesino».

Originalmente publicado en Il mattino el 18 de noviembre de 2019.

 

Más del autor