Desde hace unas semanas se vienen sucediendo algunos artículos y noticias sobre el aumento de problemáticas de salud mental que una parte de la población está ya padeciendo a consecuencia del confinamiento y la crisis del covid-19. El abanico de situaciones en el amplio espectro de la salud mental es diverso y se hace a veces muy difícil poder establecer una única causa a la diversidad de malestares psicológicos y dificultades de salud mental que han ido emergiendo en estos días: dificultades de concentración, irritabilidad, insomnio, miedo, ansiedad y depresión.

En estas páginas apuntábamos el difícil escenario de salud mental que iba a quedar después de la pandemia del covid-19 por los datos de los que disponemos de otras pandemias y confinamientos anteriores. En los últimos días se han publicado algunos resultados de investigaciones sobre las consecuencias que va a tener en la salud mental esta gran crisis sanitaria, social y económica.

Tal vez una de las investigaciones más tempranas realizadas fue un estudio de la Universidad Complutense de Madrid, junto a la Universidad East Anglia de Inglaterra, a más de 2300 participantes de 17 comunidades autónomas entre el pasado 15 y 22 de marzo, en el que se hallaron los siguientes resultados: determinados síntomas intrusivos (de alerta y de angustia fisiológica) y problemas de ansiedad con un alto porcentaje. También se detectaron dificultades para dormir y síntomas depresivos en un porcentaje notablemente elevado. Pero uno de los aspectos que se está analizando en el seguimiento posterior a los participantes, es cómo las personas con más inseguridad laboral son las que más están sufriendo psicológicamente. La conclusión es que cuanta mayor sensación de incertidumbre (la sensación psicológica que tiene alguien al perder su empleo) más síntomas relacionados con la ansiedad, la depresión y el insomnio se han encontrado. A partir de la cuarta semana de confinamiento aún fue más notable.

Por lo que respecta a los grupos sociodemográficos que más han sido perjudicados encontramos a las mujeres, seguramente por ser el grupo en el que recaen los cuidados y la conciliación laboral y familiar; y también a la gente joven, probablemente por un futuro de incertidumbre ante su situación laboral y/o vital y por el de sus padres.

Importante también fue el comunicado que la OMS emitió el pasado 14 de mayo, en el que advertía de las consecuencias para la salud mental que está teniendo la pandemia del covid-19 y las que va a tener en cuanto a un aumento de los trastornos mentales y de los suicidios. La situación actual de cientos de millones de personas, con aislamiento, miedo e incertidumbre ante la crisis económica pueden causar sufrimiento intenso y trastornos psicológicos junto a los altos costes sociales y económicos.

En el mismo comunicado se citaba el incremento de la prevalencia de la angustia, de por ejemplo un 35 por ciento en China, un 60 por ciento en Irán o un 40 por ciento en Estados Unidos, tres de los países más afectados por la pandemia, que ha provocado ya más de 285.000 muertos e infectado a más de cuatro millones personas en el mundo.

Así mismo, han aparecido resultados de otra investigación impulsada por Open Evidence de la Universidad Oberta de Catalunya, junto a otras universidades de Italia, Escocia, Colombia concretamente una encuesta realizada en tres países (Italia, Reino Unido, España) y que se ha realizado en tres olas sucesivas semanales desde el 24 de abril y se completarán a finales de mayo. Es un estudio realizado con más de 1000 participantes y combina información en materia de salud, estatus socioeconómico, condiciones psicológicas, exposición ante shocks y comportamiento actual y futuro.

La primera ola de resultados arroja los siguientes terribles datos: podemos predecir que el porcentaje de población cuya salud mental está en riesgo es del 46% en el Reino de España, 41% en Italia y 42% en el Reino Unido. Centrándonos en el Reino de España, algunos datos son abrumadores: el 22% de los encuestados sólo podría pagar los recibos un mes o menos si pierde su empleo. El 53% un máximo de tres meses. El 56% de los encuestados manifestó que había disminuido los ingresos en la semana anterior a la encuesta y un 20% había perdido su empleo. Finalmente, un 54% consideró la falta de ingresos cómo el impedimento principal para poder aislarse completamente.

El estar desempleado, vivir con más personas, tener hijos en edad escolar en el hogar, experimentar eventos estresantes (como perder el empleo) y la pérdida de ingresos están relacionados y aumentan el estrés psicológico y su impacto en la salud mental.

Por el contrario, se correlaciona negativamente y disminuyen el nivel de estrés tener un ingreso familiar relativamente más alto, tener su propia casa sin una hipoteca para pagar, tener una superficie habitable relativamente grande y poder pagar las facturas durante algún tiempo.

EXPERIMENTO DE RENTA BÁSICA EN FINLANDIA

Me parece importante con los resultados de estas investigaciones y estudios sobre los efectos de la salud mental durante la crisis del covid-19, poder contrastarlos con los recientes datos finales del experimento de Renta Básica en Finlandia. Como es sabido, el primer ensayo de renta básica de Europa promovido por un gobierno fue llevado a cabo entre 2017 y 2018 y consistió en asignar una renta básica mensual de 560 euros libres de impuestos a 2.000 desempleados de entre 25 y 58 años seleccionados al azar, sin la obligación de tener que buscar activamente empleo y sin reducciones en la cantidad percibida si encontraban uno.

Los resultados publicados recientemente en medio de la pandemia mundial del coronavirus muestran claramente que han servido para mejorar el bienestar mental, la seguridad vital y la satisfacción con la vida de las personas beneficiarias de la renta básica.Los receptores de la renta básica están más satisfechos con sus vidas y presentan menores niveles de estrés que el grupo de control formado por desempleados de la misma franja de edad que no percibieron esta ayuda.

Los investigadores, que entrevistaron de forma exhaustiva a 81 receptores, concluyeron que, si bien la experiencia difiere mucho de un beneficiario a otro, en general estaban más satisfechos con sus vidas y experimentaban menos estrés mental, depresión, tristeza y soledad que el grupo de control. Los participantes también obtuvieron mejores resultados en otros indicadores de bienestar, como una mayor sensación de autonomía, seguridad financiera y confianza en el futuro.Otros experimentos parecidos de Renta Básica realizados en lugares tan diferentes como Namibia, California, la India, Barcelona o Canadá también han dado resultados muy beneficiosos para la salud, la salud mental y el bienestar mental de la población receptora de estos ingresos.

De hecho, esta necesidad para la vida y la salud mental de los seres humanos de disponer de una seguridad y de reducir la incertidumbre es bien conocida.

Parece pues evidente que los ingresos regulares que proporcionaría una Renta Básica incondicional y suficiente acabarían con la incertidumbre psicológica y vital que se encuentra una parte muy considerable de la humanidad en estos tiempos. Según la OIT, a finales de abril cuatro de cada cinco trabajadores y trabajadoras (más de 2.700 millones) estaban total o parcialmente desempleadas y más de 1.600 millones de trabajadores de la economía informal (la gente más vulnerable del mercado de trabajo) han sufrido un durísimo golpe en sus posibilidades de ganarse la vida. No tener ingresos significa no tener alimentos, ni seguridad, ni salud, ni futuro…

La propuesta de la Renta Básica a pesar de ser una respuesta directa y efectiva a todos estos enormes problemas de pobreza, salud, nutrición, bienestar mental… cómo avalan los sucesivos experimentos en todo el mundo, aún tiene las resistencias de muchos gobiernos mediocres y cobardes que no acaban de ceder ante el drama humano que se nos viene encima. Tenemos una solución, pero no hay voluntad política para ponerla en marcha.

Nos recordaba Marín Luther King en el libro A dónde vamos, ¿caos o comunidad? que “una multitud de cambios psicológicos positivos tendrá lugar inevitablemente como resultado de extender la seguridad económica. La dignidad del individuo florecerá cuando las decisiones concernientes a su vida estén en sus propias manos, cuando tenga la seguridad de que sus ingresos son estables y seguros, y cuando sepa que tiene los medios para la autosuperación. Los conflictos personales entre maridos, esposas e hijos disminuirán cuando se elimine la injusta métrica del valor humano en una escala de dólares.” Palabras de 1967. Han pasado ya 52 años y siguen siendo válidas.

Nadie duda que es muy necesario y conveniente disponer de datos de estudios y experimentos que se realizan en todo el mundo, pero sería urgente poder sacar algunas conclusiones de los mismos. A mucha gente le va la salud y la vida.

Este artículo, remitido por su autor a la redacción de Mad in America Hispanohablante, fue también publicado en El Salto el 23 de mayo de 2020.

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