Un poco antes del Séptimo Congreso Internacional de Hearing Voices en Alcalá de Henares, pero sobre todo después y gracias a la cantidad de materiales que difundió, cambió mi manera de pensar acerca de la salud mental. Por suerte yo no había estado en manos de una psiquiatra biologicista nunca, ni me había pensado como una enferma o con un cerebro defectuoso. Pero hasta ese momento mis experiencias las había vivido desde un enfoque individual y de superación personal desconectado de otras realidades parecidas a la mía, era una vivencia sin posibilidades de transformación a nivel social. Yo he sido activista desde los dieciocho años y hasta que no construí con otros amigos un colectivo de salud mental no llegué a salir del armario. Había politizado mis discursos en casi todo menos en aquello que me hacía sufrir y me empujaba al margen constantemente. Pero volveremos sobre ello al final de mi intervención.
Un mes después del congreso varios de los asistentes convocamos a la primera asamblea presencial de lo que más tarde se convirtió en Flipas GAM, un colectivo de activismo y una red de Grupos de Apoyo Mutuo. En poco más de un año ambos proyectos han ido madurando y ya tenemos una estabilidad suficiente para continuar una larga temporada creciendo y creando otros proyectos ligados a estos.
Desde ese momento fundacional hemos estado dándole vueltas en el colectivo a las posibilidades que hay desde la práctica de politizar del sufrimiento psíquico, la salud mental y la locura. Cómo enredarnos entre los propios sujetos afectados, construyendo nuestro propio discurso, aprendiendo a compartir con compañeros en circunstancias muy difíciles y excluidos de la sociedad con dosis de sufrimiento extraordinarias. Cómo hacer visibles nuestras denuncias y efectivos nuestros derechos.
Vemos dos grandes dificultades para conseguir este horizonte, la primera y más difícil, es cómo hacer para apropiarnos del discurso crítico desde la base misma de los propios afectados. Cómo convertir a usuarios pasivos de los circuitos institucionales en sujetos activos y politizados. Cómo hacer mella en ese discurso paternalista y patologizador que desactiva la dinámica de autonomía personal de cada sujeto. Mientras esto suceda siempre será posible la manipulación del individuo y su freno en la recuperación.
Para entender esto es necesario pensar que hay muchos niveles diferentes de recuperación y que hay personas que se mantienen en el inicio del proceso de por vida, cuando no tendría por qué ser así. Esto sucede principalmente por la consideración del sufrimiento psíquico extremo y las experiencias psíquicas inusuales, como invalidantes para la persona desde la psiquiatría convencional y por el traslado que el sujeto hace de esto a su vivencia interna. Las personas en esta situación piensan y sienten de verdad que no son válidas, que son peores que el resto, que están enfermas, lo que se convierte en el principal obstáculo para dar pasos en la recuperación porque es un freno interno. Para seguir la linea de pensamiento, no perdamos de vista en todo este recorrido el tipo de sociedad competitiva y absolutamente capacitista en la que vivimos.
La pertenencia a grupos de apoyo mutuo donde personas más afectadas, comparten con otras más autónomas y empoderadas de igual a igual, sin roles de profesionales por en medio, está operando cambios muy potentes en todas. En los casos más difíciles actúa como un revulsivo de avance en su proceso. Al conocer otras formas de pensar y actuar respecto a lo que les sucede, se apropian de las mismas de forma instintiva. Conocer biografías distintas a las suyas provoca una dinámica interior que va siempre a favor de la autonomía y la autoafirmación. Y en las personas más autónomas supone una conciencia de la realidad colectiva que suele empujar al compromiso político profundo con el colectivo.
Es por eso que me parece prioritaria la reivindicación y elaboración de discursos propios desde la práctica y por parte del colectivo de los «locos/as». Colectivo que es siempre pensado por otros y desde fuera de él. Como desde el colectivo de profesionales o asociaciones de familiares, desde las grandes corporaciones farmaceúticas o peor aún desde la perniciosa alianza de los tres colectivos. Así siempre en minoría y constantemente ninguneados e inferiorizados sutilmente es muy difícil construir discurso propio. Pero más legitimo y necesario si cabe por esta dificultad.
Y por otro lado no quedarnos únicamente en las grandes reflexiones teóricas, muy importantes para generar conocimiento, pero que por lo general sólo llegan a cierto tipo de personas con más nivel cultural. Trabar esos discursos desde la acción colectiva en los grupos de apoyo mutuo, recurrir a la filosofía colaborativa, al pensamiento tejido en colectivo y de modo horizontal.
Cuando este esfuerzo parte desde los propios grupos de personas más excluidos y marginales, puedes producir textos, videos, publicaciones o no, pero da igual porque entonces ese esfuerzo de pensamiento colectivo, es en sí mismo liberador. Pensar los márgenes ha de hacerse también desde los mismos márgenes y con los protagonistas de los mismos, si no siempre se corre el riesgo de construir vanguardias y dejarse a los que están peor por el camino. También contamos con bastantes profesionales críticos dentro del colectivo (no dentro de los GAM, que son exclusivos para personas con experiencias en primera persona), pero se mantienen en actitud de escucha y apoyo.
La segunda es cómo incluir nuestro quehacer, nuestra lucha y nuestro pensamiento en las agendas políticas tanto del resto de trincheras activistas como de la sociedad en general. Entiendo que esto último, que la sociedad en masa adopte criterios radicales de respeto a todo tipo de diversidad, incluida la mental, funciona más como utopía, como objetivo último que una vez conseguido implicaría la disolución de los colectivos como el nuestro.
Lo primero es más realista y necesario ahora. Visibilizarnos para otras luchas y contar con su apoyo para denunciar conjuntamente la exclusión a la que somos sometidos. Incluir nuestras reivindicaciones junto al resto de demandas de justicia social y defensa de la vida. Es una de las pretensiones de nuestra intervención en este acto.
Pero esto ha sido muy difícil hasta ahora, en los mismos entornos activistas, la inferiorización de los sujetos con diversidad funcional mental es una realidad también muy extendida. Y vuelvo al principio de mi intervención, contando algo personal que explica e ilustra este hecho. Como decía, durante casi veinte años he sido activista, he participado en el movimiento okupa y autónomo, el movimiento vecinal y por la vivienda, por la educación permanente en contextos desfavorecidos y contra la exclusión de la infancia. Y en todo este tiempo y en todos los lugares he tenido que ocultar sistemáticamente que tengo crisis de sufrimiento psíquico intenso y experiencias psíquicas inusuales, como escucha de voces o pensamientos autoreferenciales. En mi caso han sido provocadas por varios episodios de abusos en la adolescencia y maltrato de un familiar también con trastorno mental.
Hablar de mi en este caso no significa hablar de forma aislada, porque me he dado cuenta al estar en contacto con otros como yo, que esto que a mi me ha pasado es muy frecuente. Tampoco los espacios activistas, hasta este momento, han sido espacios de seguridad para las personas con diversidad mental. Tampoco hay todavía una cultura de la locura que posibilite una sensibilidad y acogida hacia estas experiencias que sea distinta a la que hay en la sociedad general. Otros como yo hemos sufrido también el estigma en forma de leve y sutil, descrédito hacia nuestras ideas o propuestas por venir de nosotros. Como en la doctrina Parot, no es el delito en sí lo que cuenta, sino quien lo comete.
El trato común hacia nuestra realidad está plagado de actitudes paternalistas e inferiorizantes. Los momento más difíciles que atravesamos cuando estamos en crisis y nuestra relación con la realidad se tambalea, son interpretados de forma patologizante y culpabilizadora, teniendo entonces que ocultar lo que nos sucede, vuelve a repetirse una y otra vez, impidiendo la politización real de esas experiencias, por lo que las deja al margen y las convierte en verdaderos infiernos de soledad y reclusión para las personas que las sufren. Ya sea en los psiquiátricos o entre las paredes de tu casa.
Es necesaria la comprensión de estas experiencias desde otro marco crítico y liberador para que puedan ser sostenidas e incluidas en los contextos activistas, como parte de la diversidad de las personas, sin que esto suponga su descrédito o inferiorización. Deberían considerarse entonces dentro del abanico de situaciones por las que una activista puede pasar sin ser marcado como “dudosa”, “raruna”, “incómoda”, etc y sin ser tratado de forma ambivalente desde entonces. Si hay conflictos por esta circunstancia se tendrían que abordar como se abordan otras situaciones, con respeto, escucha y transparencia. Y no a sus espaldas y haciendo el vacío como suele suceder.
Entonces a modo de conclusión diríamos que a través de las prácticas de apoyo mutuo y colaboración entre iguales conseguimos superar las dos dificultades de las que hablamos en esta intervención.
Al poder enfrentarnos a un discurso heterónomo e incapacitante como es el biomédico y apropiarnos del discurso de la diversidad mental, visibilizamos nuestras experiencias, tomamos conciencia y nos pensamos como sujetos políticos autónomos, sucesos que favorecen de forma exponencial la recuperación y bienestar personal de cada miembro.
Al vernos distintos a nosotros mismos somos capaces a su vez, de construir otro enfoque desde el que acercarse a estas realidades, y así nos ganamos la solidaridad de otras luchas hermanas y por fin la visibilidad y legitimación de nuestras demandas en la agendas colectivas.
Porque llevamos mucho tiempo invisibles, dentro del armario, porque no somos enfermas, somos humanos diversos, somos multitud y estamos muy hartas de ser considerados inferiores. Porque también somos simpáticos, listas, atractivos, profundas, muy creativas y amorosos, aunque seamos un poquito más raras que los demás…
¡¡VIVA LA LUCHA DE LXS LOCXS Y LOS DIVERSXS MENTALES!!